Wadi N-Daghestani tiene 28 años y nació en Oviedo; recientemente escribió en su Facebook un lúcido texto que hoy reproducimos.
¿Crees que todas las mujeres que llevan hijab viven sometidas a sus maridos? ¿Crees que las sociedades árabes y musulmanas son más machistas que la tuya? Wadi N-Daghestani es una joven de 28 años nacida en Oviedo y te va a aclarar algunos conceptos.
Wadi es hija de exiliados sirios que se conocieron en la Universidad de Oviedo hace más de 40 años. Su abuelo, un conocido farmacéutico de Alepo, se aventuró a enviar a su hija a estudiar Medicina a nuestro país en los últimos años del franquismo y hoy su nieta presume de haber tenido una madre excepcional: "Siempre ha sido una mujer revolucionaria y de fuerte carácter, pionera en su generación y profundamente luchadora. Ella nos implantó la idea de la defensa de los derechos de la mujer desde una perspectiva religiosa, y mi padre siempre contribuyó a esa emancipación".
Sí: desde una perspectiva religiosa. Wadi se considera activista del Feminismo Islámico, la corriente que defiende las libertades y derechos de la mujer musulmana "perfectamente recogidos en el Corán", que en su opinión "han sido pisoteados y manipulados por mentes más que fundamentalistas, paradójicamente anti-islámicas, en muchas sociedades árabes patriarcales, y también en algunos países occidentales".
¿Enemigo? El feminismo colonial eurocentrista
Desde hace más de tres años, Wadi busca apoyos en otros feminismos y ha tejido redes con un gran número de mujeres de muy distintas ideologías: "Nuestro enemigo declarado es el feminismo colonial eurocentrista, que pretende eliminar nuestro contexto histórico, social y religioso para validar una única realidad posible de emancipación, la suya: ser mujer blanca, europea y laica".
Con 19 años, Wadi se aventuró a conocer sus orígenes y terminó estudiando Farmacia en Amman (Jordania). Allí conoció a su actual marido, Tarek, y después de que ella terminara un máster en Terapéutica Clínica en la Universidad de Cardiff, Reino Unido, se casaron y se establecieron en Dubai.
Antes de todo esto, Wadi y su familia vivieron, como quien dice, por toda España: de Oviedo se mudaron a Canarias, Murcia y Madrid, por lo que desde bien joven tuvo que enfrentarse a preguntas indiscretas, comentarios ignorantes y a veces malintencionados. Desde su nuevo hogar en los Emiratos Árabes, mientra lucha contra la burocracia para homologar sus títulos, sigue muy activa en las redes sociales.
Recientemente publicó un saleroso y rompedor texto en Facebook que tuvo mucho éxito: "Escribo como vía de escape, y muchas veces con el objetivo de desterrar estereotipos infundados, tergiversados y mal-aprendidos durante generaciones de adoctrinamiento y alienación islamófoba en las sociedades occidentales".
Sin más dilación, damos la palabra a Wadi.
***
"Respuestas nada irónicas que se me ocurren a preguntas estúpidas que tanto se me han repetido a lo largo de mi vida por ser musulmana en España.
Al final de un largo recorrido a contracorriente, llega un día en que te niegas a dar explicaciones a mentes precarias que sólo quieren invalidar tus argumentos para respaldar su etnocentrismo, nihilismo y egocentrismo occidental, y decides recurrir al lenguaje de las ironías. Hoy nosotras tomamos la palabra... que bastante hemos callado.
Sí, soy musulmana. No, mora no. No, no es lo mismo. Que no, que mis padres son árabes, no de Marruecos. Árabes, árabes. Buf, de muy lejos, sí... ¿Osama Bin Laden? Pues por ahí.
No, no soy inmigrante. Sí, nací aquí. Ya, ya, por eso no me notas acento. Bien por ti.
No, qué voy a estudiar yo... Me casaron con quince años y desde entonces he sido una mujer muy devota y una genial ama de casa. Casarse, cocinar y procrear, ese es el papel de la mujer en la vida.
Hombre, muy ignorante no soy. Sé leer y escribir y, si me apuras, colorear sin salirme de la raya.
No, no tengo pelo debajo de mi pañuelo. Por eso me tapo la cabeza, porque soy calva. Todas las mujeres musulmanas nacemos sin pelo por ley islámica.
Sí, me tapo de mi marido. Y de mi padre. Y de mis hijos, mis tíos, mis hermanos y de la madre que los parió a todos ellos. Es que soy muy practicante.
Claro que me ducho con el pañuelo en la cabeza. Y no me lo quito nunca jamás, por eso nunca he tenido piojos.
Sí, suelo ir a la playa con bikini y velo. Y voy marcando tendencias, si me vieras... cualquier día de estos, sustituyo a la Obregón en sus posados de verano.
Ya, a mí también me indigna que tuvieras que taparte en la hipotética e improbable situación de que, en lugar de el Mar Menor, se te ocurriera veranear en la dictatorial Arabia Saudí, ¿te indigna a ti también que yo me tenga que destapar para conseguir un puesto de trabajo en la democrática España? Ya... que no lo ves igual. Entiendo. ¿Has oído hablar de la bipolaridad?
Sí, tienes razón, hay mucha opresión en Oriente Medio. ¿Por qué no les bombardeamos para "liberar" a la mujer árabe e implantar "democracia" a cañonazos? Así les quitamos sus velos, y ya que estamos, sus hijxs, sus proyectos, sus casas, su futuro y, si me apuras, sus vidas... Si no, cuéntaselo a algunas supervivientes afganas o iraquíes, que habrán perdido a sus seres queridos, pero el subidón de poder mostrar su melena al viento, no se lo quita nadie, oye...
No, mis padres no me escogieron pretendiente ni me vendieron por un camello. La negociación empezó a partir de cuatro y un burro...
No, mi marido no se va a casar con otra por ser musulmán. Se va a casar con cuatro, que no te enteras. Es que es muy mujeriego... pero me ha dicho que yo soy su favorita, y eso me hace tan feliz....
Hombre, mi marido, pegarme lo que es pegarme, no. Como mucho un par de hostias al día. Pero cuida que yo no soy ninguna santa, ¿eh?
Pues eso, que no bebo alcohol ni como cerdo. No, jamón tampoco. ¿Morcilla? Ni en sueños. Ya, si ya sé que no sé lo que me pierdo. Algún día lo superaré. Deja de regocijarte en mi miseria, capullx.
Y dale, que no soy sumisa. No me juzgues. Yo decido qué voy a cocinar todos los días, ¿te enteras?
Claro que no puedo bajar a la calle sola, ni pasear, ni salir con amigas, ni leer, ni realizarme, ni tener vida social, ni hablar con extraños, ni ir al cine, ni estudiar, ni divertirme, ni viajar... todo eso es superpecado en mi religión.
Soñar, ir al baño a atender la llamada de la naturaleza y pintarse las uñas de los pies también está prohibido por ley islámica.
Nunca le llevo la contraria a ningún hombre musulmán, ¿estás locx? Podría acabar lapidada.
Te explico: de acuerdo a la Sharía (ley islámica, para lxs menos puestxs), los varones mandan de toda la vida de Dios, que para eso son machos de pelo en pecho y nosotras, el sexo débil y moribundo. De acuerdo al Islam, ellos nos ordenan y a nosotras sólo se nos pide obedecer, no es tan complicado, todo es acostumbrarse a ser inferior. En el fondo, si lo piensas, hasta es más cómodo. Cuanto más gallitos ellos y más sumisas nosotras, somos mejores musulmanxs. Los hombres tienen derechos y nosotras deberes y la obligación de someternos a ellos, ¿entiendes ahora?
Mi vecino es muy barbudo, y, además, reza cinco veces al día. Es un radical islamista. De Al-Qaeda o ISIS, por lo menos.
Hombre, las bombas al cuerpo me las pongo sólo en ocasiones especiales. El resto del tiempo, suelo ser muy normal.
Claro que sí. Según la Yihad islámica, matar a inocentes es justificable. Y cuanto más inocentes, más niños, más mujeres y más yankis, mejor. Ese es el espíritu del Islam.
No, en Ramadán ni como ni bebo desde el alba hasta la puesta del sol. Yo tampoco entiendo cómo sigo viva. Mil gracias por preocuparte por mi salud, y que la resaca te sea leve.
Me vas a disculpar, tengo que dejarte. Es la hora de masajearle los pies a mi maridito.
...
Lo preocupante no son las preguntas.
Es lo que hay detrás de ellas. El pensamiento original que las planteó.
Vamos a ver, seamos serios. ¿Qué hay retrógados y musulmachos en las sociedades árabes? Claro que los hay. Por desgracia, la in-cultura patriarcal está en todas partes. No quiero hablar del terrorismo machista eurocentrista y sus víctimas en los países occidentales, ni de porcentajes de "afectadas" aquí y allá... Me parece cínico hablar de cifras. Parto de la base de que si tocan a una, nos tocan a todas. Sin embargo, éste no es el tema a tratar ahora, ni estoy aquí para atacar a nadie.
Escribo para defender nuestra integridad como mujeres musulmanas, prostituida hasta el asfixio y expropiada de su realidad. Una realidad que nos pertenece a nosotras, no a "El Mundo", la CNN, la Casablanca, la Europa Imperial, pelis made in Hollywood o series rodadas en Ceuta con un alto contenido en Islamofobia y muy poco sentido de la vergüenza ajena, o ninguno, dicho sea de paso.
Que habrá mujeres sometidas, ignorantes y oprimidas en el mundo árabe, es evidente. En realidad, por desgracia, las hay también en todas partes. Y duele por igual, os lo aseguro.
La sutil diferencia es que en todas las sociedades del mundo, este horror se asocia a personalidades con trastornos de inseguridad, procedentes de ciertas clases sociales, que no han tenido acceso a una educación que promueva su emancipación, o que han vivido en el seno de familias y sociedades de estructura patriarcal. En definitiva, a la falta de medios y de cultura de desarrollo.
Así, en todas las sociedades se asume la sumisión a la des-educación, menos en los países árabes... donde desde aquí "se asume" que la opresión "se asocia" al Islam.
¿A qué estamos jugando? Desprestigiar sin base y catalogar con ignorancia acaba teniendo un precio que pagamos todos. También aquí, cuando se acaban radicalizando personas que han sido fruto de la marginación o la exclusión social por pertenecer a un colectivo determinado. Para nada justifico los extremismos, hay que combatirlos de forma tajante; pero es cierto que alimentarlos con odio no es precisamente la manera más inteligente de tratar con ellos.
Si además se fomenta la islamofobia a base de estereotipos insanos, falsos desde su raíz, y un despotismo enfermo de ceguera moral, no esperemos cosechar nada bueno. Más bien todo lo contrario.
Si no aparcamos los prejuicios y construimos en lugar de destruir y fomentar el odio, nos espera un futuro incierto y para nada esperanzador.
Si leyéramos más, constratáramos más las fuentes y la información y la sometiéramos a un filtro de autocrítica antes de difundirla o simplemente creérnosla, no viviríamos en sociedades tan alienadas y adoctrinadas.
Porque si algo me ha enseñado la vida, es que la ignorancia no tiene fronteras.
Ya es tiempo de abrir los ojos y de buscar todo la sororidad que nos une y nos honra como mujeres en lucha".
FUENTE: PlayGroundNoticias
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