La Revolución científica del siglo XVII propició una nueva dimensión de pensamiento, al confiar en la capacidad humana para buscar soluciones racionales. Para esta nueva mentalidad tan útil era el trabajo artesanal como el científico, pues ambos contribuían al progreso y a la felicidad de los seres humanos, siendo este pensamiento heredado por el ideal ilustrado.
Sin embargo, el Siglo de las Luces no iluminó por igual a hombres y a mujeres, y por lo que respecta a éstas más bien se podría denominar como el siglo de sombras, ya que a pesar de que muchas participaron, no sin esfuerzos, en el movimiento intelectual y científico, muy pocas llegaron a conseguir el reconocimiento de las instituciones y, las que sí llegaron a la gloria del éxito, se las consideró como excepciones o casualidades. Se podría afirmar que:
"La Ilustración no cumplió sus promesas en lo que a la mujer se refiere, quedando lo femenino como aquel reducto que las Luces no supieron o no quisieron iluminar, abandonando, por tanto, la mitad de la especie en aquel ángulo sombrío de la pasión, la naturaleza o lo privado" (Molina, 1994).
En efecto, los pensadores de esta época se erigieron como defensores de los derechos de los ciudadanos, los esclavos, indios y niños, pero muy pocos abogaron por los derechos de las mujeres; todo lo contrario, continuaban afirmando que las mujeres eran inferiores en la razón y en la ética, tratando de justificar su subordinación y el ideal de mujer callada, obediente, sumisa, modesta y casta.
Aunque también es necesario señalar que el cambio en positivo de las condiciones materiales de la vida y la posibilidad de mayores oportunidades para un conjunto de mujeres -sobre todo, las aristócratas- propició un aumento considerable en el número de mujeres que se pudieron dedicar al mundo científico que, a excepción de unas pocas privilegiadas, les había estado vedado hasta entonces.
Una de estas mujeres privilegiadas fue nuestra protagonista de las próximas entregas, Madame du Châtelet, que fue la figura femenina más importante en la física durante la época de la Ilustración en la Francia de principios del siglo XVIII.
"La igualdad entre hombres y mujeres serviría para crear una mejor ciencia" (Mme. du Châtelet, 1706-1749).
En la primera entrega dedicada a Madame du Châtelet, vamos a referirnos detalladamente a sus datos biográficos a fin de acercarnos a su personalidad, un tanto compleja, cuyo mejor reflejo lo encontraremos en su creación literaria, sobre todo en su Discurso sobre la felicidad.
Y acabaremos con una reflexión sobre su filosofía de la vida, analizando su Discurso sobre la felicidad para ayudarnos a comprender las pasiones, las inclinaciones, las pulsiones, en fin el modus de vida tan poco convencional en una época donde la moral religiosa y filosófica clásica fijaban una pautas de conducta muy rígidas y muy contrarias a las sostenidas y manifestadas en el entorno de nuestras marquesa, Mme. du Châtelet.
BIBLIOGRAFÍA: MOLINA, C. (1994), Dialéctica feminista de la Ilustración, Anthropos, Madrid.
MADAME DU CHÂTELET, Discurso sobre la felicidad y Correspondencia, Edición de Isabel Morant Deusa, Ediciones Cátedra, Universitat de València, Instituto de la Mujer, Colección Feminismos, 1997.
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