«Las mujeres tienen que ser definidas como mujeres. Nosotras somos las opuestas socialmente, no de una clase, de una casta o de una mayoría, puesto que somos una mayoría, sino de un sexo: los hombres. Somos un sexo, y categorizarnos como género ya no implica un papel centrado en la maternidad y de subordinación a los hombres, excepto como una relación y un papel social reconocido como tal, socialmente construido y socialmente impuesto» (Kelly Gadol, 1986)
Género
es una palabra que nos sugiere una complejidad de ideas que a menudo no tenemos
del todo claras. Sexo, desigualdad, diferencia, relaciones, poder, redistribución,
clasificación, etc., son algunas de las ideas que forman este confuso entramado
ideológico que llamamos género. En efecto, género es un término que,
frecuentemente y en ocasiones de manera intencionada por lo que de
revolucionario implica, provoca confusión e incluso genera rechazo.
El concepto
de género, entendido por muchas autoras y autores como la categoría central del
pensamiento feminista, ha sido primordial para avanzar hacia la igualdad de
derechos y oportunidades entre mujeres y hombres. Pero no sólo se reduce a una
mera construcción teórica, sino que tiene una importante aplicación práctica en
el estudio de la realidad social, para revisar todas las áreas de conocimiento
del ser humano hasta hace poco ciegas,
sordas y mudas a la discriminación del género femenino, planteándose, a
partir de esta mirada tras los cristales del género, una nueva visión del
mundo. El destino de las mujeres no es su subordinación a los hombres, por
mandato natural o divino, sino que esta subordinación o dependencia es
consecuencia de un sistema de organización social que nos excluye y que nos
discrimina, y que, por tanto, no nos es válido. Esta subordinación no es
hegemónica, sino que podemos transformarla.
¿Por qué
hombres y mujeres somos como somos? ¿cuáles son las diferencias entre ambos
sexos? ¿sobre qué estructuras sociales se han establecido? ¿cómo y por qué esas
diferencias han llegado a convertirse en desigualdades sociales? Y ¿por qué
somos las mujeres, más de la mitad de la población mundial, las que estamos
discriminadas y subordinadas?
A todas
estas preguntas, y a otras que seguramente se irán planteando en el desarrollo
de este ensayo, intentaremos dar respuesta de manera razonable y argumentada.
Y para ello, comenzaremos con una primera aproximación a su definición: ¿Qué es
el género? ¿Qué significa?, teniendo en cuenta su doble función:
- Como elemento constitutivo de la identidad personal femenina y masculina (rasgos, características, expectativas de comportamientos...),
- Como principio de organización social en un sistema de relaciones de poder y de desigualdad, que discrimina y oprime a las mujeres.
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