Google+ ranktrackr.net

jueves, 1 de octubre de 2015

84º Aniversario del Voto Femenino. Gracias Clara Campoamor!!!!

"Tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el Derecho Natural, el Derecho fundamental que se basa en el respeto de todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis cómo ese poder no podéis seguir detentándolo..." (Clara Campoamor, en el Congreso de Diputados el 1 de octubre de 1931).

Un día como hoy, 1 de octubre, pero de 1931 -hace 84 años-, las Cortes españolas aprobaron el sufragio femenino, aunque no se puedo ejercer hasta las elecciones generales del 19 de noviembre de 1933; en las que ocurrió lo que algunos habían vaticinado: la izquierda perdió las elecciones; pero las mujeres ganamos en derechos y la sociedad en dignidad. 

En las Cortes de 1931 -las mujeres tenían reconocido el derecho de sufragio pasivo (podían ser elegidas pero no podían elegir)- muchos temían que la mujer, tachada de "regresiva" y falta de espíritu crítico, pusiera en peligro a la joven República. Pese a todo, el 1 de octubre, hace ochenta y tres años, se consagró, por primera vez en la historia española, el derecho al voto femenino. En los debates parlamentarios, Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken -hermana de la periodista, narradora y dramaturga Magda Donato-, las únicas mujeres diputadas, protagonizaron posturas contrapuestas. "No es cuestión de capacidad, es cuestión de oportunidad para la República", sostuvo Kent, representante del Partido Republicano Radical Socialista, propugnando aplazar el voto femenino. Campoamor, en contra de su propio partido, el Republicano Radical, apostó por el reconocimiento del derecho. Por su parte, Nelken, del Partido Socialista Obrero Español, se opuso al sufragio femenino, sosteniendo que la mujer estaba sometida a la voluntad e influencia clerical, y por tanto carecía de preparación para la acción política. 

Para los contrarios al reconocimiento del voto femenino, no era el momento. Decía Victoria Kent en sus argumentos: "No es que con ello merme en lo más mínimo la capacidad de la mujer. No es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad para la República (...) Cuando la mujer española se dé cuenta de que sólo en la República están garantizados los derechos de ciudadanía de sus hijos, de que sólo la República ha traído a su hogar el pan que la monarquía no les había dejado, entonces, la mujer será la más ferviente, la más ardiente defensora de la República; pero, en estos momentos, es peligroso conceder el voto a la mujer" (Julián Santos, La Constitución de 1931, 2009).


La respuesta de Clara Campoamor, defensora de la concesión inmediata del derecho al voto a las mujeres, fue categórica: "Precisamente porque la República me importa tanto, entiendo que sería un gravísimo error político apartar a la mujer del derecho del voto (...) He visto que a los actos públicos, acude una concurrencia femenina muy superior a la masculina, y he visto en los ojos de esas mujeres la esperanza de redención, he visto el deseo de ayudar a la República, he visto la pasión y la emoción que ponen en sus ideales. La mujer española espera hoy de la República la redención suya y la redención del hijo (...) La única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos [y a todas], es caminar dentro de ella" (Julián Santos, Ibid).

La votación fue nominal y el resultado fue el siguiente: 161 votos a favor y 121 en contra, con un 40% de abstención. El artículo 34 de la Constitución de la República quedó aprobado y el derecho al voto femenino fue una realidad; decía así dicho precepto: "Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes". La mujer adquiría, por un escaso margen de diferencia, la condición de electora. Votaron a favor el Partido Socialista "con la destacada excepción de Indalecio Prieto y sus seguidores, quien lo consideró una puñalada para la República", pequeños núcleos republicanos -catalanes, federales, progresistas, galleguistas- y la derecha. En contra lo hicieron Acción Republicana, y los Partidos Radical y Radical-socialista, salvo excepciones. No votaron 188 diputados, de los 470 escaños que componían la Cámara.

Sea como fuere dicha votación, lo que está claro es que, gracias a Clara Campoamor, las mujeres tenemos voz y voto en España. Una mente maravillosa y con ideales claros y democráticos, Clara Campoamor, esta mujer adelantada a su tiempo, vio claro el papel de la mujer en la sociedad y luchó por defender sus derechos.

Ferviente defensora de los derechos femeninos, Clara Campoamor consiguió introducirse en el cuerpo diplomático gracias a un puesto de diputada en el Congreso de los Diputados. Desde esa alta posición logró mayor fuerza para luchar por sus convicciones y lograr pese a la dificultad de la época extender el voto político al sector femenino del país.


Pero a Clara Campoamor no le cayó todo del cielo; trabajó duro desde la infancia debido a la temprana muerte de su padre, asumiendo ella parte de la carga económica familiar. Tras lograr hacerse con varios puestos como funcionaria ganados a pulso, matricularse y completar sus estudios de Derecho en el tiempo récord de dos años académicos, fue cuando logró su introducción en el Congreso de los Diputados. Desde esa posición, Clara Campoamor aprovechó para luchar por lo que siempre había creído.

Quizá fue ese espíritu suyo de supervivencia, despertado a la fuerza en sus primeros años de vida, y unido a las convicciones profundas que anidaban en su corazón sobre los derechos y deberes de todo ciudadano y de toda ciudadana: "Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino", proclamaba Clara Campoamor. ¿Fue esta vida de duro trabajo lo que consolidó su espíritu revolucionario y de cambio a pesar de la hostilidad política de su época? Clara Campoamor creció y desarrolló su pensamiento nutriéndose de la realidad que tenía en su casa. Esta realidad le enseñó, de primera mano, que la mujer posee el mismo valor que el hombre en la sociedad y que ambos son, a partes iguales, ciudadanos y ciudadanas de una sociedad que debe basarse en el respeto y la democracia. Esto debió grabarse a fuego en la mente de Clara Campoamor y le dio fuerzas para poder enfrentarse a todo lo que lucharía en contra suya en los años que se avecinaban.

No obstante, aunque el sector femenino y la izquierda brindaban su completo apoyo ideológico a Campoamor, siempre lo hizo por lo "bajini" por un temor infundado en la época. Como hemos dicho en líneas anteriores, la izquierda temía, aun creyendo en el derecho del voto de las mujeres, que éstas votasen a la derecha debido a la mentalidad tradicional de la época predominante. Debido a esto, para evitar un mayor enriquecimiento político de los partidos tradicionales, los movimientos republicanos no dieron su brazo a torcer de primeras por si quedaban en minoría al introducir este cambio en la sociedad.

Finalmente, Clara Campoamor consiguió el sufragio femenino en 1931 tras mucha lucha, incluso interna, dentro de las ideologías políticas que apoyaban su reforma. Clara Campoamor fue codiciada por algunos partidos simpatizantes con ella y la izquierda, pero Campoamor no terminó de integrarse en ninguno de ellos por mucho tiempo. No obstante, sus objetivos fueron alcanzados y, gracias a ella, la mujer en España comenzó una mutación de su rol dentro y fuera del hogar. Obtuvo un reconocimiento que a día de hoy se mantiene pero que todavía es objeto de cambio en muchos otros países donde, pese a estar en el siglo XXI, queda mucho por evolucionar.



FUENTES: Diario Progresista, La Verdad de Murcia