"Feminismos lesbianos y queer": salir de la madriguera
Beatriz Suárez Briones logra en este libro reunir una polifonía de voces.
Publicado por Elisa Freijo el 24 de junio de 2014 en Arte y letras, Destacados, Letras
"Las identidades están hechas de ruidos de palomas que se vuelan" (Vicente Huidobro).
Simone de Beauvoir dijo que la mujer no nace, sino que se hace; Monique Wittig afirmó que "las lesbianas no somos mujeres"; y Judith Butler aclaró que no sólo el género es una construcción social, sino que el sexo lo es también. Estas afirmaciones han tenido consecuencias no sólo en el ámbito intelectual, sino también en el político y existencial. Desestabilizaron el orden heterosexista y heterenormativo impuesto por el patriarcado, cuestionaron las categorías binarias de sexo-género, masculino-femenino, hombre-mujer y pusieron en cuestión la idea de identidad, de permanencia y de unidad, abriendo la posibilidad de pensar la diferencia, el devenir y la multiplicidad.
En los primeros feminismos de los años 50 hasta los 70 todo el acento recayó en evidenciar y en cuestionar los valores patriarcales y la dominación machista sobre las mujeres, en una lucha contra la opresión que suponía el patriarcado. Fue necesario recurrir a la categoría identitaria de "mujer" como punto de partida para la emancipación política y social a la vez que reclamar una representación política. Conseguida ésta, llegó el momento de deconstruir, dentro del feminismo, la propia categoría de "mujer" en la que muchas mujeres no sólo no estaban representadas, sino que eran excluidas: mujeres lesbianas, negras, chicanas, inmigrantes de clase social baja, transexuales...
Desde entonces los feminismos nos han dado herramientas para liberarnos del yugo impuesto por un discurso unívoco que bajo las coordenadas del esencialismo y la mismidad organizan nuestras vidas, nuestros pensamientos, nuestros cuerpos, nuestras sexualidades, nuestros deseos y regulan nuestros horizontes perceptivos, horizontes éstos constreñidos bajo la idea de lo que es un hombre y una mujer. Los feminismos también nos han mostrado que el sexo no se puede entender como un dato meramente biológico al margen de los discursos y de los constructos sociales, que las categorías de sexo y género son ficciones normativas que actúan sobre los cuerpos constituyendo un ideal regulatorio desde el que adquieren sentido y visibilidad los cuerpos como sexuados y generizados, sin olvidar que este ideal regulatorio reparte los cuerpos en masculinos y femeninos, excluyendo aquellos que no se ajustan a la categoría hombre-mujer. Son los feminismos los que nos ayudan a pensar la diferencia, pero no a partir de la unidad y la mismidad, a pensar la mujer pero no como lo otro de lo mismo, que es el hombre, a pensar no desde la establecida unidad identitaria, sino desde la diferencia, desde eso otro que desde el discurso hegemónico de lo mismo quedó excluido, acallado, olvidado y marginado.
Sabemos de la importancia de la asignación de los lugares, sabemos de la necesidad desde lo político de fijar a los sujetos a sus mandatos, a sus ideales, organizar sus modos de gozar y que permanezcan sujetados en un determinado colectivo identitario. También sabemos de nuestra querencia por aquellos discursos -como el político- que taponan nuestra incompletud y nuestra inconsistencia. Podemos quedarnos alienados en las palabras impuestas desde el poder o disfrutar de la oportunidad de saber de las otras palabras silenciadas bajo los discursos hegemónicos de la mismidad, palabras como las que recorren el libro de Feminismos Lesbianos y Queer. Representación, visibilidad y políticas, un libro que constituye un espacio de encuentro, de reflexiones, diálogos y experiencias de vida de mujeres que se sienten interpeladas por el feminismo lesbiano o el feminismo queer.
El lector de este libro, será algo más que un lector si se deja llevar por la corriente y la fuerza de estas mujeres que hablan de cambios, de posibilidades, que nos invitan a salir de la fijeza del sexo y el género asignado, de una vida organizada bajo la lógica gramatical de sujetos y predicados, y que saben que lo importante no está en decir del ser, de su identidad y de su fijeza bajo las categorías de hombre-mujer, masculino-femenino, sino que lo importante acontece en lo que sucede, en lo que se mueve, lo que fluye, en el nomadismo como movimiento. Son mujeres que rompen la lógica gramatical donde el peso recae en el sujeto, para dar el paso del ser al devenir, un devenir que supone salir de la imitación, de la reproducción de modelos y calcos para dejarse contaminar, contagiar e impregnar.
Deleuze nos dice que si el pensamiento no se dirigiera hacia lo intolerable, no valdría la pena pensar. Pensar es siempre pensar en el límite de algo, y esta polifonía de voces que aparecen en el libro de Feminismos Lesbianos y Queer, todas estas mujeres de procedencias e historias distintas tienen el común denominador, no sólo el de pensar dirigiéndose hacia lo intolerable, sino el de vivir en el límite. Algunas dicen haber vivido como topos y saben de la necesidad de salir de las madrigueras, de dejar que el sol caliente sus cuerpos, de que sus párpados se abran y de mostrarnos a todos nosotros, que sin saberlo permanecemos ciegos, que otras realidades son posibles, realidades donde lo diferente, lo excluido, el resto, lo anormal, lo inasimilable, lo intraductible, puede tener un lugar, donde todos los cuerpos y todas las sexualidades cuentan e importan. Este libro es por ello un libro danzante, afirmativo, donde hallaremos nuevas formas de subjetividad, otros modos de ser hombres y mujeres, y es también una oportunidad para salir del régimen de la mismidad donde hay originales que todos copiamos y aproximarnos al régimen de lo Otro diferente, donde hay posibilidades y ya no copiamos, ni calcamos sino que podemos empezar a hacer mapas, nuestros mapas.
FUENTE: http://www.ocioxocio.com/2014/06/24/feminismos-lesbianos-y-queer-salir-de-la-madriguera/
IMÁGENES: GOOGLE
En los primeros feminismos de los años 50 hasta los 70 todo el acento recayó en evidenciar y en cuestionar los valores patriarcales y la dominación machista sobre las mujeres, en una lucha contra la opresión que suponía el patriarcado. Fue necesario recurrir a la categoría identitaria de "mujer" como punto de partida para la emancipación política y social a la vez que reclamar una representación política. Conseguida ésta, llegó el momento de deconstruir, dentro del feminismo, la propia categoría de "mujer" en la que muchas mujeres no sólo no estaban representadas, sino que eran excluidas: mujeres lesbianas, negras, chicanas, inmigrantes de clase social baja, transexuales...
Desde entonces los feminismos nos han dado herramientas para liberarnos del yugo impuesto por un discurso unívoco que bajo las coordenadas del esencialismo y la mismidad organizan nuestras vidas, nuestros pensamientos, nuestros cuerpos, nuestras sexualidades, nuestros deseos y regulan nuestros horizontes perceptivos, horizontes éstos constreñidos bajo la idea de lo que es un hombre y una mujer. Los feminismos también nos han mostrado que el sexo no se puede entender como un dato meramente biológico al margen de los discursos y de los constructos sociales, que las categorías de sexo y género son ficciones normativas que actúan sobre los cuerpos constituyendo un ideal regulatorio desde el que adquieren sentido y visibilidad los cuerpos como sexuados y generizados, sin olvidar que este ideal regulatorio reparte los cuerpos en masculinos y femeninos, excluyendo aquellos que no se ajustan a la categoría hombre-mujer. Son los feminismos los que nos ayudan a pensar la diferencia, pero no a partir de la unidad y la mismidad, a pensar la mujer pero no como lo otro de lo mismo, que es el hombre, a pensar no desde la establecida unidad identitaria, sino desde la diferencia, desde eso otro que desde el discurso hegemónico de lo mismo quedó excluido, acallado, olvidado y marginado.
Sabemos de la importancia de la asignación de los lugares, sabemos de la necesidad desde lo político de fijar a los sujetos a sus mandatos, a sus ideales, organizar sus modos de gozar y que permanezcan sujetados en un determinado colectivo identitario. También sabemos de nuestra querencia por aquellos discursos -como el político- que taponan nuestra incompletud y nuestra inconsistencia. Podemos quedarnos alienados en las palabras impuestas desde el poder o disfrutar de la oportunidad de saber de las otras palabras silenciadas bajo los discursos hegemónicos de la mismidad, palabras como las que recorren el libro de Feminismos Lesbianos y Queer. Representación, visibilidad y políticas, un libro que constituye un espacio de encuentro, de reflexiones, diálogos y experiencias de vida de mujeres que se sienten interpeladas por el feminismo lesbiano o el feminismo queer.
El lector de este libro, será algo más que un lector si se deja llevar por la corriente y la fuerza de estas mujeres que hablan de cambios, de posibilidades, que nos invitan a salir de la fijeza del sexo y el género asignado, de una vida organizada bajo la lógica gramatical de sujetos y predicados, y que saben que lo importante no está en decir del ser, de su identidad y de su fijeza bajo las categorías de hombre-mujer, masculino-femenino, sino que lo importante acontece en lo que sucede, en lo que se mueve, lo que fluye, en el nomadismo como movimiento. Son mujeres que rompen la lógica gramatical donde el peso recae en el sujeto, para dar el paso del ser al devenir, un devenir que supone salir de la imitación, de la reproducción de modelos y calcos para dejarse contaminar, contagiar e impregnar.
Deleuze nos dice que si el pensamiento no se dirigiera hacia lo intolerable, no valdría la pena pensar. Pensar es siempre pensar en el límite de algo, y esta polifonía de voces que aparecen en el libro de Feminismos Lesbianos y Queer, todas estas mujeres de procedencias e historias distintas tienen el común denominador, no sólo el de pensar dirigiéndose hacia lo intolerable, sino el de vivir en el límite. Algunas dicen haber vivido como topos y saben de la necesidad de salir de las madrigueras, de dejar que el sol caliente sus cuerpos, de que sus párpados se abran y de mostrarnos a todos nosotros, que sin saberlo permanecemos ciegos, que otras realidades son posibles, realidades donde lo diferente, lo excluido, el resto, lo anormal, lo inasimilable, lo intraductible, puede tener un lugar, donde todos los cuerpos y todas las sexualidades cuentan e importan. Este libro es por ello un libro danzante, afirmativo, donde hallaremos nuevas formas de subjetividad, otros modos de ser hombres y mujeres, y es también una oportunidad para salir del régimen de la mismidad donde hay originales que todos copiamos y aproximarnos al régimen de lo Otro diferente, donde hay posibilidades y ya no copiamos, ni calcamos sino que podemos empezar a hacer mapas, nuestros mapas.
FUENTE: http://www.ocioxocio.com/2014/06/24/feminismos-lesbianos-y-queer-salir-de-la-madriguera/
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