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jueves, 12 de junio de 2014

La Fiscalía alerta de jóvenes obligadas a dar las claves de redes sociales a sus novios

Suplantan la identidad digital de la afectada y la difaman o injurian

Una mujer usa las redes mientras su pareja la observa. 

La violencia machista ha existido siempre, y, además de ser un mal muy resistente, se adecúa perfectamente al avance tecnológico. Eso se deduce, al menos, de una tendencia preocupante detectada en los últimos meses por la Fiscalía de Violencia de Género de Andalucía: la titular de la sección, Flor de Torres Porras, asegura que muchas mujeres jóvenes dan las contraseñas y claves de sus perfiles en las diversas redes sociales y correos electrónicos a sus parejas como una "prueba de amor", que no es tal, porque cuando esa relación se rompe, algunos de estos individuos suplantan su identidad digital y las difaman o injurian, cuando no se adentran en terrenos mucho más atentatorios contra la intimidad de las jóvenes.

El hecho es que se ha detectado en los últimos meses que muchas mujeres jóvenes, y algunas con menos de 18 años -aunque estos procesos los investiga la Fiscalía de Menores-, dan las claves de sus perfiles en las diferentes redes sociales, o de sus correos electrónicos. "No es una prueba de amor dar las claves, porque los problemas llegan cuando la pareja se rompe", dice Flor de Torres, quien reclama más cuidado a las mujeres con este tipo de gestos que, en el fondo, lo que encierran es una situación de dominio y/o sumisión a la pareja masculina.

"Si con lo que le ocurre a cualquier víctima de violencia de género eso ya merece un reproche, cuando son mujeres jóvenes, porque han aflorado muchos casos de éstos, debemos tener tolerancia cero", reflexiona la fiscal, al tiempo que añade que se produce no sólo una victimización primaria, sino también secundaria, porque además de cometerse el delito, el efecto expansivo es mucho mayor.

"Hay que tener cuidado con los impactos de las tecnologías de la información y la comunicación, porque es un medio que puede aliarse con el maltratador", reflexiona.

¿Qué casos se han detectado? Pues mientras la pareja dura, no hay problema. Él tiene la posibilidad de ver con quién habla en Facebook la mujer, qué mensajes pone en su muro o cuántos "Me gusta" coloca, al igual que en Twitter o Tuenti. En la mente de ambos, eso es un símbolo de confianza mutua, de cariño, por raro que suene. Todo lo saben el uno del otro. Una vez que se ha roto el vínculo emocional, "a veces, el exnovio suplanta la personalidad del perfil" y ahí se inicia el calvario.

La Fiscalía de Violencia de Género ha tenido casos de exparejas que suplantan la personalidad de su antigua novia y han hecho ofrecimientos sexuales a terceras personas de su círculo. O la han insultado, la difaman y la vejan, incluso emitiendo opiniones que ellas nunca expresarían. El efecto multiplicador de cualquier red social como Facebook o Twitter es brutal, y la imagen de la persona difamada queda en entredicho rápidamente, de tal manera que además de ser víctima de un delito, en el que hay un componente de género, todo el mundo ha visto cómo se producía el ilícito, y puede ser objeto de ridiculización o escarnio, lo que se conoce como victimización secundaria.

También ocurre que algunas de estas mujeres jóvenes que acaban de llegar a la adultez dejan que sus novios vean sin tapujos su WhatsApp o incluso sus correos electrónicos, entregándoles también las contraseñas. "Es una forma más de coacción, de amenaza. Hemos de ser muy meticulosos con el uso de las redes sociales porque se multiplican sus efectos", aclara.

Nuevas tecnologías y Justicia

Hoy, las nuevas tecnologías también se han aliado con la Justicia, porque es muy habitual que las perjudicadas guarden mensajes de texto, emails, o incluso conversaciones de WhatsApp con su expareja que luego son usados en los juicios como pruebas para destruir la presunción de inocencia de los hombres imputados.

"Las redes sociales son peligrosas si no se usan con responsabilidad", apunta, y corrobora: "Nosotros nos estamos adaptando a los nuevos retos tecnológicos, de tal forma que hoy en Violencia de Género usamos como pruebas conversaciones de WhatsApp o Facebook, porque en este tiempo la tecnología también se alía con los maltratadores para extremar la victimización".


Unidades policiales de élite para perseguir a los ciberdelincuentes

Tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil cuentan con unidades de élite, formada por agentes con amplios conocimientos informáticos, que se encargan de perseguir a los ciberdelincuentes. Muchos de estos casos son de violencia de género, aunque no siempre: por la red se cometen estafas bancarias, se dan numerosos casos de pornografía infantil, sobre todo de tenencia y distribución, y hay casos de difamación, injurias y calumnias.

Aunque en un principio el rastreo hasta llegar al autor o autores de un delito puede parecer imposible, lo cierto es que en internet todo deja huella y se puede llegar hasta la IP (número aleatorio que se asigna a cada usuario en cada sesión) y que remite a un teléfono, a partir del cual, y pese a los programas de encriptación, se puede llegar a la identidad del presunto autor y a su arresto.

Fuente: La opinión de Málaga


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