Hoy, 5 de agosto, se cumple otro aniversario de este vil asesinato, y seguiremos recordándolas porque la finalidad es que sus nombres no se olviden en la historia, porque si bien siguen habiendo muertos de primera y de segunda, a l@s roj@s, a quienes lucharon por la República sólo les queda que l@s que seguimos vivos no perdamos la memoria.
"Trece rosas rojas, las trece rosas,
eran trece las llevaba en camión,
las bajaron a golpes y nerviosas
estrecharon sus manos en el paredón.
Trece rosas rojas, las trece rosas
y delante los fusiles del pelotón
iban a matarlas y victoriosas
gritaron: ¡República y Revolución!
Blanca, Carmen, Virtudes, Avelina,
Dionisia, Luisa, Martina, Victoria,
Pilar, Julia, Ana, Elena, Joaquina.
Trece rosas rojas, en la memoria,
trece rosas rojas en la retina,
roja sangre que escribió la historia.
Aitor Cuervo Taboada
En el ambiente de ese verano de posguerra -trístisimo para un@s y glorioso para otr@s-, se mezclaban las ruinas de los edificios y la pobreza de sus poblador@s con las dolorosas secuelas físicas y psicológicas de la contienda. Y, sobre todo, abundaban ya la propaganda y la represión. El día a día de la capital estaba marcado por las denuncias constantes de vecin@s, amig@s y familiares; por la delación, los procesos de depuración en la Administración, en la Universidad y en las empresas; por las redadas, los espías infiltrados en todas partes, las detenciones y las ejecuciones sumarias. En junio habían comenzado, incluso, los fusilamientos de mujeres -el 24 de junio, con el fusilamiento de las hermanas Guerra Basanta, Manuela y Teresa-. "Españoles, alerta. España sigue en pie de guerra contra todo enemigo del interior o del exterior, perpetuamente fiel a sus caídos. España, con el favor de Dios, sigue en marcha, una, grande, libre, hacia su irrenunciable destino...", voceaban las radios de Madrid. "Juro aplastar y hundir al que se interponga en nuestro camino", advertía Franco en sus discursos.
"Reunido el Consejo de Guerra Permanente número 9 para ver y fallar la causa número 30.426 que por el procedimiento sumarísimo de urgencia se ha seguido contra l@s procesad@s (...) responsables de un delito de adhesión a la rebelión (...) Fallamos que debemos condenar y condenamos a cada un@ de l@s acusad@s (...) a la pena de muerte", dice la Sentencia. A Julia Conesa la acusaban hasta de haber sido "cobradora de tranvías durante la dominación marxista".
"Algunas permanecimos arrodilladas desde que se las llevaron, durante un tiempo que me parecieron horas, sin que nadie dijera nada. Hasta que María Teresa Igual, la funcionaria que las acompañó, se presentó para decirnos que habían muerto muy serenas y que una de ellas, Anita, no había fallecido con la primera descarga y gritó a sus verdugos:'¿es que a mí no me matan?'".
"Si fue terrible perderlas, verlas salir, tener que soportarlo con aquella impotencia, más lo fue ver la sangre fría de Teresa Igual relatando cómo habían caído. Entre las cosas que nos dijo, fue que las chicas iban muy ilusionadas porque pensaban que iban a verse con los hombres (con sus novios y maridos, también condenados) antes de ser ejecutadas, pero se encontraron que ya habían sido fusilados".
La mayoría de estas mujeres eran menores de edad, entonces establecida en los 21 años. Y por su juventud recibieron el nombre de "las trece rosas", y su historia se convirtió pronto en una de las más conmovedoras de aquel tiempo de odio fratricida y fascismo.
Las trece rosas eran mujeres que sabían bien lo que hacían, y que con gran valentía y clarividencia lucharon contra el régimen antidemocrático que se avecinaba. Se afiliaron a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) de forma consciente; pudiendo quedarse en casa, salieron a la calle y optaron por luchar y defender la II República española, desempeñando diversas labores durante la defensa de Madrid y poniendo en riesgo sus propias vidas.
El régimen franquista adoptaba un tono paternalista con las mujeres en sus mensajes, pero trató con igual inquina a hombres y a mujeres. La miliciana era para los vencedores la antítesis de la mujer, cuya misión en la vida era ser madre y reposo del guerrero. Por ello, el régimen de Franco hizo todo lo posible por destruir el espíritu de libertad de las mujeres que se había creado con la República.
Eran modistas, pianistas, sastras, amas de casa, militantes todas, menos Blanca Brisac, de las JSU. El suyo se considera uno de los castigos más duros a l@s vencid@s de la posguerra.
Aunque las detenciones y las ejecuciones habían empezado mucho antes. "El número de detenciones diarias en la capital era muy variable en 1939, aunque muchos días la información titulada 'Detención de autores de asesinato' estaba formada por más de cien nombres...".
"Los peores meses fueron junio, con 227 fusilad@s; julio, con 193; septiembre, con 106; octubre, con 123, y noviembre, con 201. Por días, los más sangrientos fueron el 14 de junio: 80 fusilados; 24 de junio, 102; 24 de julio, 48; el 5 de agosto, 56 (...) Ese día, y 48 horas después de dictar sentencia, fueron fusiladas las 'trece rosas', de entre 18 y 29 años, que habían intentado reconstruir las JSU en la clandestinidad".
"Franco se proponía destruir hasta la simiente de los rojos en este país... y al decir rojos, estoy diciendo los simples demócratas, los liberales, cualquier recuerdo de los tiempos en que España había sido libre".
Las Trece Rosas fueron elegidas para morir entre las 4.000 reclusas hacinadas en Ventas en un espacio pensado para 400 (más de 280.000 presos políticos se contaban en 1939 en España). ¿Por qué ellas y no otras? Pasaron a la historia como "Las Trece Rosas", aunque sus compañeras de prisión las conocían como "las menores" y sus nombres eran Ana López Gallego, Victoria Muñoz García, Martina Barroso García, Virtudes González García, Luisa Rodríguez de la Fuente, Julia Conesa Conesa, Elena Gil Olaya, Dionisia Manzanero Sala, Joaquina López Laffite, Carmen Barrero Aguado, Pilar Bueno Ibáñez, Blanca Brisac Vázquez y Adelina García Casillas. En realidad, deberían haber sido 14, pero Antonia Torre Yela, asistió sorprendida a una "saca" a la que estaba destinada pero para la que no la reclamaban. Un error mecanográfico en la orden de ejecución al escribir su nombre, Antonio por Antonia, le permitió eludir aquella tétrica ceremonia; que debería protagonizar unos meses después, al ser ejecutada el 19 de febrero de 1940.
CARMEN BARRERO AGUADO (24 años, modista). Comunista, natural y vecina de Madrid. Afiliada al PCE desde diciembre de 1936, durante la guerra estuvo trabajando en talleres de intendencia de Valencia. Trabajaba desde los 12 años, tras la muerte de su padre, para ayudar a mantener a su familia, que contaba con 8 hermanos más, 4 menores que ella. Encargada por los dirigentes del Comité Nacional clandestino de elaborar un plan de trabajo político destinado a las mujeres, el programa elaborado la señala como una mujer interesada no sólo por la creación de espacios exclusivamente femeninos y especializados en tareas de solidaridad y asistencia -como la propuesta de creación de la "Unión de Mujeres contra la Guerra"-, sino por el desarrollo político de las militantes. Detenida, el 17 de mayo de 1939 ingresó en la cárcel de Ventas.
MARTINA BARROSO AGUADO (22 años, modista). Natural de Gilbuena (Ávila); vecina de Chamartín de la Rosa (Madrid). En marzo de 1937 entró en las JSU. Hasta finales de 1938 estuvo cosiendo en un taller de su organización y, posteriormente, trabajó en un comedor social hasta el final de la guerra. Integrante de un grupo creado en Chamartín de la Rosa, Madrid, por Julián Muñoz Tarraga, al mando de Sergio Ortiz González, para tomar parte en los trabajos clandestinos de las JSU (iba al abandonado frente de la Ciudad Universitaria a buscar armas y municiones -lo que estaba prohibido-). Ingresó el 6 de junio de 1939 en la cárcel de Ventas, siendo enviada al departamento habilitado para menores de edad.
BLANCA BRISAC VÁZQUEZ (29 años, pianista). Natural de San Sebastián, y vecina de Madrid. Era la única casada, con Enrique García Mazas, y tenía un hijo. No militaba en ninguna fuerza política. Era católica y votante de derechas. De profesión pianista tocaba junto a su esposo en una pequeña orquesta que amenizaba las proyecciones de las películas del Cine Alcalá. La ayuda económica que la pareja hizo a un músico militante del Partido Comunista, Juan Cánepa, tras la guerra hizo que fueran detenidos. El marido de Blanca también estuvo en la saca del día 5 de agosto de 1939. Escribió una carta a su hijo pocas horas antes de ser fusilada, que le fue entregada por su familia (todos de derechas) 16 años después. La carta aún se conserva y dice así:
"Querido, muy querido hijo de mi alma. En estos últimos momentos tu madre piensa en ti. Sólo pienso en mi niñito de mi corazón que es un hombre, un hombrecito, y sabrá ser todo lo digno que fueron sus padres. Perdóname, hijo mío, si alguna vez he obrado mal contigo. Olvídalo, hijo, no me recuerdes así, y ya sabes que bien pesarosa estoy.
Voy a morir con la cabeza alta. Sólo por ser buena: tú mejor que nadie lo sabes, Quique mío.
Sólo te pido que seas muy bueno, muy bueno siempre. Que quieras a todos y que no guardes nunca rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor y tú tienes que ser un hombre bueno, trabajador. Sigue el ejemplo de tu papachín. ¿Verdad, hijo, que en mi última hora me lo prometes? Quédate con mi adorada Cuca y sé siempre para ella y mis hermanas un hijo. El día de mañana, vela por ellas cuando sean viejitas. Hazte el deber de velar por ellas cuando seas un hombre. No te digo más. Tu padre y yo vamos a la muerte orgullosos. No sé si tu padre habrá confesado y comulgado, pues no le veré hasta mi presencia ante el piquete. Yo sí lo he hecho.
Enrique, que no se te borre nunca el recuerdo de tus padres. Que te hagan hacer la comunión, pero bien preparado, tan bien cimentada la religión como me la enseñaron a mí. Te seguiría escribiendo hasta el mismo momento, pero tengo que despedirme de todos. Hijo, hijo, hasta la eternidad. Recibe después de una infinidad de besos el beso eterno de tu madre. Blanca."


Última carta a su madre:
"Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nadie. Salgo sin llorar. Cuidar a mí madre. Me matan inocente, pero muero como debe morir una inocente.
Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada.
Adiós, madre querida, adiós para siempre.
Tu hija, que ya jamás te podrá besar ni abrazar.
Julia Conesa.
Besos para todos, que ni tú ni mis compañeros lloréis.
QUE MI NOMBRE NO SE BORRE EN LA HISTORIA".
ADELINA GARCÍA CASILLAS (19 años, activista). Era conocida como la mulata por su piel morena y sus labios gruesos. Amiga de Julia Conesa y militante también de las JSU, desde principios del año 1937. Hija de un guardia civil viudo. Le mandaron una carta a su casa afirmando que sólo querían hacerle un interrogatorio rutinario. Se presentó de manera voluntaria, pero no regresó a su casa. Ingresó en prisión el 18 de mayo de 1939; donde trabajó como cartera del penal.
ELENA GIL OLAYA (20 años, activista). Ingresó en las JSU en 1937. El final de la guerra le pilló en Murcia, desde donde regresó a Madrid a primeros de abril de 1939. Una vez en la capital, su amigo Rafael Muñoz Coutado le propuso continuar trabajando para el partido. Se integró junto a Victoria Muñoz en uno de los grupos creados en el sector de Chamartín de la Rosa, que era dirigido por Sergio Ortiz.
VIRTUDES GONZÁLEZ GARCÍA (18 años, modista). Amiga de María del Carmen Cuesta (15 años, perteneciente a las JSU y superviviente de la prisión de Ventas). Se afilió a las JSU en 1936, al poco de estallar la guerra; donde conoció a Vicente Ollero, que terminó siendo su novio, el cual fue nombrado responsable del Radio Oeste de las juventudes al acabar la contienda y ella hizo de enlace entre éste y la dirección madrileña de las mismas. Fue detenida el 16 de mayo de 1939 denunciada por un compañero suyo bajo tortura.

JOAQUINA LÓPEZ LAFFITE (23 años, secretaria). Asturiana. La más pequeña de cinco hermanos huérfanos de padre y madre desde 1931. Estudiante. En septiembre de 1936 se afilió a las JSU. Se le encomendó la secretaría femenina del Comité Provincial clandestino. Fue denunciada por Severino Rodríguez (número dos en las JSU). La detuvieron el 18 de abril de 1939 en su casa, junto a sus hermanos. La llevaron a un chalet. La acusaron de ser comunista, pero ignoraban el cargo que ostentaba. Joaquina reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. No fue conducida a Ventas hasta el 3 de junio, a pesar de ser de las primeras detenidas.

"Queridísimos padres y hermanos,
Quiero en estos momentos tan angustiosos para mí poder mandaros las últimas letras para que durante toda la vida os acordéis de vuestra hija y hermana, a pesar de que pienso que no debiera hacerlo, pero las circunstancias de la vida lo exigen.
Como habéis visto a través de mi juicio, el señor fiscal me conceptúa como un ser indigno de estar en la sociedad de la Revolución Nacional Sindicalista. Pero no os apuréis, conservar la serenidad y la firmeza hasta el último momento, que no os ahoguen las lágrimas, a mí no me tiembla la mano al escribir. Estoy serena y firme hasta el último momento. Pero tened en cuenta que no muero por criminal ni ladrona, sino por una idea.
A Bautista le he escrito, si le veis algún día darle ánimos y decirle que puede estar orgulloso de mí, como anteriormente me dijo.
A toda la familia igual, como no puedo despedirme de todos en varias cartas, lo hago a través de ésta. Que no se preocupen, que el apellido Manzanero brillará en la historia, pero no por crimen.
Nada más, no tener remordimiento y no perder la serenidad, que la vida es muy bonita y por todos los medios hay que conservarla. Madre, ánimo y no decaiga. Vosotros ayudar a que viva madre, padre y los hermanos. Padre, firmeza y tranquilidad.
Dar un apretón de manos a toda la familia, fuertes abrazos, como también a mis amigas, vecinos y conocidos.
Mis cosas ya os las entregarán, conservar algunas de las que os dejo. Muchos besos y abrazos de vuestra hija y hermana, que muere inocente.
Dioni".
VICTORIA MUÑOZ GARCÍA (18 años, activista). Natural y vecina de Madrid. En 1936 se incorporó a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Al acabar la guerra, su amigo Julián Muñoz Tárrega la incorporó al grupo que dirigía Sergio Ortiz en el sector de Chamartín de la Rosa, del que también formaron parte Ana López, Elena Gil, Luisa Rodríguez y Martina Barroso. Victoria era la hermana de Gregorio Muñoz "Goyo", responsable "militar" del sector, y no costó mucho convencerla. Tenía dieciocho años al ingresar en la cárcel de Ventas el 6 de junio de 1939. Su hermano Juan había muerto en comisaría a consecuencia de las palizas recibidas y su otro hermano, Gregorio, había sido fusilado el 18 de mayo.

ANTONIA TORRE YELA (18 años, trabajadora de una fábrica). Comunista, natural y vecina de Madrid. Trabajadora de una fábrica de sobres. En octubre de 1936 ingresó en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Tras la guerra civil, formó parte de un grupo, al mando de Sergio Ortiz, organizado en Chamartín de la Rosa (Madrid), para tomar parte en los trabajos clandestinos de las JSU pero no llegaron a realizar ninguno porque fueron detenidos rápidamente. Fue encarcelada en la prisión madrileña de Ventas el 3 de junio de 1939. Era la "rosa decimocuarta". Por un error de transcripción, en el oficio entregado al piquete de ejecución figuraba como Antonio, no fue ejecutada con las demás el 5 de agosto de 1939, sino que lo sería el 19 de febrero de 1940.
Antonia Torre Yela figura erróneamente en diversos listados y documentos oficiales como Antonia Torres Llera, según informó un familiar suyo en carta a El País ya hace algunos años (pp. 328-329 de la tesis doctoral de Fernando Hernández Holgado).
FUENTES: Trece Rosas Rojas, de Carlos Fonseca; El Mundo, de 19 de octubre de 2007; La Historia en la Memoria; Quienes eran.
IMÁGENES: Google.
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