Caddy Adzuba, "una voz contra el silencio"
Esta periodista congoleña y militante pro-derechos humanos denuncia, desde hace años, la violación utilizada como arma de guerra en la República Democrática del Congo. Tuve la suerte -la gran suerte- de conocerla en persona -hacía tiempo que iba siguiendo su trayectoria- durante una Conferencia que impartió en mi ciudad, Valencia, sobre "La Violencia Sexual en la R.D. del Congo y el Periodismo como Arma". Los datos sobre la barbarie del conflicto que se está desarrollando en la R.D. del Congo desde hace ya 18 años, inertes en un papel, ya son demoledores, tremendos, pero ocultan las historias de vida de miles, de muchos miles de mujeres que han sufrido, sufren y -si se sigue mirando para otro lado- sufrirán los peores ultrajes. A estas historias les puso su voz Caddy Adzuba; en dos horas hizo encogerse hasta al más insensible corazón: los datos, las cifras inertes, empezaron a cobrar vida clamando justicia, rompiendo el silencio en el que, intencionadamente, se encuentra envuelto este conflicto.
"Una personalidad que simboliza la lucha pacífica contra la violencia a las mujeres, a los pobres y contra la discriminación". Así presentó el jurado del Premio Príncipe de Asturias a Caddy Adzuba, al entregarle el Premio de la Concordia.
Caddy nace en Bukavu, República Democrática del Congo, en 1981. Licenciada en Derecho por la Universidad Oficial de Bukavu y miembro fundadora de la red "Un Altavoz para el Silencio" -proyecto de la Fundación Euroárabe-, Caddy Adzuba ejerce el periodismo en Radio Okapi, emisora de la Misión de Naciones Unidas en la República Democrática del Congo -MONUC-, que emite en todo el territorio de este país.
Adzuba es miembro de la Asociación de Mujeres de Medios de Comunicación del Este del Congo, gracias a la cual se han realizado distintas alegaciones a la Corte Penal Internacional y al Senado de los Estados Unidos, denunciando la violencia sexual que sufren las mujeres de República Democrática del Congo, un país que vive en guerra desde 1996 y en el que se cifra una media de cuarenta violaciones diarias a mujeres desde el inicio del conflicto, lo que ha provocado que esté amenazada de muerte: "Tengo miedo cuando me despierto, cuando trabajo, cuando vuelvo a casa, cuando voy a dormir... Es un ciclo"; pero a pesar de ello sigue rompiendo el silencio que, incomprensiblemente, se mantiene sobre el conflicto y la violencia contra las mujeres en la R.D. del Congo.
En este año, 2014, Caddy Adzuba recibe merecidamente el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia, reconociendo así su lucha por la libertad de prensa, la reconstrucción de la paz y los derechos humanos, especialmente los de la infancia y las mujeres en zonas de conflicto. Con su denuncia, a través del periodismo, de las torturas y violaciones de las que son víctimas las mujeres y las niñas congoleñas y su trabajo por la reinserción de estas mujeres en una sociedad en la que son, por este hecho, repudiadas, quiere dar visibilidad a un conflicto que lo sufre especialmente la población civil desde hace casi dos décadas y permanece olvidado por los grandes medios de comunicación de todo el mundo, salvo esporádicas secuencias informativas cuando el conflicto se recrudece.
Y así lo ha reivindicado Caddy Adzuba al recibir el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, en un discurso que ha convertido su presencia en un altavoz y en el que ha invocado a "todas las activistas del mundo" y especialmente a las de su país, R.D. del Congo, escenario de una guerra cruel que durante 18 años ha condenado a las mujeres a "la esclavitud sexual y el rechazo de su propia comunidad".
Discurso de Caddy Adzuba en la Entrega del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia:
"Con profunda gratitud y gran humildad me presento ante ustedes en este día, para darles las gracias desde lo más profundo de mi corazón.
Mediante este prestigioso galardón, han elegido reconocer la labor pacífica de lucha contra la violencia sexual de la que son víctimas las mujeres en tiempos de guerra, en la zona oriental de la República Democrática del Congo, y la lucha contra la pobreza. Honorables miembros del Jurado, acepten nuestro sincero agradecimiento por esta distinción.
Es un gran honor para mi humilde persona.
Hubiese querido que este honor fuera recibido por las miles de mujeres congoleñas, víctimas de la guerra y de la violencia sexual y despojadas de todo honor desde que sus cuerpos fueron transformados en campos de batalla. Y quiero compartir este honor con las mujeres activistas de todo el mundo, y en especial con las de la República Democrática del Congo que, día y noche, luchan para defender los derechos humanos, con el exclusivo fin de establecer la justicia.
Majestades, Distinguidos invitados, Señoras y Señores:
Hoy, la mujer congoleña víctima de los conflictos armados, violentada y violada, ha perdido toda su dignidad y vive en la deshonra. Ella, cuyos órganos genitales fueron sometidos a los ultrajes más viles, condenada a la esclavitud sexual y rechazada por su propia comunidad, lleva 18 años sufriendo: 18 años de destrucción, 18 años de huida errante y desplazamiento, 18 años de pobreza extrema.
Los niños nacidos de esta atrocidad, que es la esclavitud sexual en tiempos de guerra, son a su vez víctimas de violaciones cuando son niñas, y reclutados a la fuerza en las bandas armadas cuando son niños: un círculo vicioso de sufrimiento y desolación que pone directamente en peligro el futuro de la nación congoleña, a causa de los miles de niños sin educación y traumatizados por los horrores de la guerra.
Majestades, Distinguidos invitados, Señoras y Señores:
No es secreto para nadie. Varios informes de Organizaciones No Gubernamentales internacionales y de expertos de las Naciones Unidas han denunciado la masacre organizada y planificada en el este de la República Democrática del Congo. Los diversos encuentros de paz y acuerdos firmados por el gobierno congoleño y los beligerantes nos llevaron a confiar en un final inminente del conflicto. Pero, lamentablemente, las mujeres siguen siendo violadas, los niños siguen siendo reclutados a la fuerza en los grupos armados, las familias siguen errando por los caminos del exilio, aldeas enteras siguen siendo incendiadas, los bienes de la población siguen siendo saqueados.
No, nuestra guerra no ha terminado. Estamos en guerra. Una guerra que, intencionadamente, se ha relegado en el olvido.
Ante esta situación, nos tenemos que preguntar: ¿Por qué esta guerra? ¿Por qué tanto sufrimiento para las mujeres violadas? La paz y la dignidad humana, ¿son un lujo para las mujeres pobres? ¿Están condenadas a sufrir los horrores de una guerra que no han planificado?
Estas preguntas atañen a todos los que estamos en esta sala. Las causas del conflicto en la República Democrática del Congo son múltiples. Los actores, responsables directos e indirectos, se conocen y han sido detallados en los informes que he mencionado anteriormente. De ellos se desprende que la República Democrática del Congo es víctima de la inmensa riqueza de su subsuelo.
Permítanme pedir cuentas a ciertas empresas multinacionales que, en busca de sus propios intereses, han contribuido a asolar a sangre y fuego este gran y hermoso país de Congo, arrebatándoles la vida a más de 6 millones de personas y su dignidad y su honor a más de 500.000 mujeres violadas.
Majestades, Distinguidos invitados, Señoras y Señores:
¿Durante cuánto tiempo vamos a seguir insensibles al dolor de las mujeres violadas en la República Democrática del Congo?
Las mujeres congoleñas heridas en cuerpo y alma, reclaman justicia y reparación; que se persiga tanto a los autores indirectos y ocultos en la sombra, como a los autores materiales. Es justo y necesario que todos aquellos que financian y alimentan este horror por razones económicas respondan de sus actos.
España, uno de los pocos países europeos que ha vivido los horrores de la dictadura en un pasado reciente y que ha logrado construir en tan poco tiempo un país de derechos humanos, en el que los derechos de las mujeres son respetados a escala nacional e internacional, un remanso de paz, un país de justicia... España -decía- sabrá intervenir con todo su peso ante la comunidad internacional en favor de esas mujeres congoleñas que sólo piden poder vivir en paz en su país y satisfacer las necesidades de sus hijos. Esta justicia requiere instituciones fuertes y competentes. Por ello sugerimos que se cree un Tribunal Penal Internacional (TPI) para la República Democrática del Congo como el que se creó para Ruanda. De manera que los crímenes cometidos contra las mujeres congoleñas en estos últimos 18 años no queden impunes y para reforzar al mismo tiempo el mandato de la Corte Penal Internacional.
Majestades, Distinguidos invitados, Señoras y Señores:
El prestigioso Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2014 con el que nos han honrado, es para nosotros una gran oportunidad de difundir aún con más fuerza y proyección nuestros mensajes de sensibilización, nuestras reivindicaciones y nuestras alegaciones. Este premio servirá de altavoz para la defensa de la causa de las mujeres violadas en el mundo en general y en particular en la República Democrática del Congo. Por ello queremos dar las gracias muy sinceramente: a la Corona de España por haber instaurado este Premio Príncipe de Asturias, a los miembros del jurado por haber confiado en nuestra causa, a las organizaciones que han presentado nuestra candidatura a este galardón, a las Organizaciones de la sociedad civil española que nos han apoyado y acompañado en nuestra sensibilización a nivel internacional.
Sin olvidar el muy importante papel que desempeña el periodismo en el mundo. Nuestros pensamientos van a todos los periodistas que están arriesgando su vida para que se conozca la verdad en las zonas de conflicto. Penamos en Ghislaine Dupont de RFI; pensamos también en el español Julio Anguita que ha muerto buscando la verdad. Y pensamos especialmente en los periodistas de Radio Okapi que trabajan día y noche, buscando la paz en este hermoso país que es la República Democrática del Congo.
Permítanme concluir mi mensaje con un poema español que dice:
'Necesitamos dos manos para escribir / dos para acariciar / dos para aplaudir / y todas las manos del mundo / para la paz'.
Unan, pues, sus manos a nuestras manos para que podamos reconstruir la paz y la concordia en la República Democrática del Congo, y devolver su honor y dignidad a las mujeres violadas.
Muchas gracias".
FUENTES: Fundación Princesa de Asturias, Fundación Mainel, RTVE, En positivo, Frases y pensamientos.
Esta periodista congoleña y militante pro-derechos humanos denuncia, desde hace años, la violación utilizada como arma de guerra en la República Democrática del Congo. Tuve la suerte -la gran suerte- de conocerla en persona -hacía tiempo que iba siguiendo su trayectoria- durante una Conferencia que impartió en mi ciudad, Valencia, sobre "La Violencia Sexual en la R.D. del Congo y el Periodismo como Arma". Los datos sobre la barbarie del conflicto que se está desarrollando en la R.D. del Congo desde hace ya 18 años, inertes en un papel, ya son demoledores, tremendos, pero ocultan las historias de vida de miles, de muchos miles de mujeres que han sufrido, sufren y -si se sigue mirando para otro lado- sufrirán los peores ultrajes. A estas historias les puso su voz Caddy Adzuba; en dos horas hizo encogerse hasta al más insensible corazón: los datos, las cifras inertes, empezaron a cobrar vida clamando justicia, rompiendo el silencio en el que, intencionadamente, se encuentra envuelto este conflicto.
"(...) Es más que violencia sexual, porque el objetivo de estos actos de violencia es exterminar a una parte de la comunidad. Si pensamos en la definición jurídica de genocidio, se refiere al acto planificado y organizado de acabar con una comunidad o una población completa. Aunque no se sabe con certeza el número de mujeres que ha sufrido estos abusos, podemos decir que hay una planificación porque las cifras son absolutamente desorbitantes. La cuestión no es que sean violadas, sino que después de que esto ocurre quedan destruidas, se convierten en población inútil que no puede volver a su ocupación previa. Muchísimas de ellas han muerto a consecuencia de la violencia sexual. Entonces, ¿por qué no podemos hablar de genocidio contra las mujeres? A mí me parece que encaja con la definición de derecho internacional sobre genocidio. A nosotros nos gustaría que se hablara de feminicidio" (Caddy Adzuba).
"Una personalidad que simboliza la lucha pacífica contra la violencia a las mujeres, a los pobres y contra la discriminación". Así presentó el jurado del Premio Príncipe de Asturias a Caddy Adzuba, al entregarle el Premio de la Concordia.
Caddy nace en Bukavu, República Democrática del Congo, en 1981. Licenciada en Derecho por la Universidad Oficial de Bukavu y miembro fundadora de la red "Un Altavoz para el Silencio" -proyecto de la Fundación Euroárabe-, Caddy Adzuba ejerce el periodismo en Radio Okapi, emisora de la Misión de Naciones Unidas en la República Democrática del Congo -MONUC-, que emite en todo el territorio de este país.
Adzuba es miembro de la Asociación de Mujeres de Medios de Comunicación del Este del Congo, gracias a la cual se han realizado distintas alegaciones a la Corte Penal Internacional y al Senado de los Estados Unidos, denunciando la violencia sexual que sufren las mujeres de República Democrática del Congo, un país que vive en guerra desde 1996 y en el que se cifra una media de cuarenta violaciones diarias a mujeres desde el inicio del conflicto, lo que ha provocado que esté amenazada de muerte: "Tengo miedo cuando me despierto, cuando trabajo, cuando vuelvo a casa, cuando voy a dormir... Es un ciclo"; pero a pesar de ello sigue rompiendo el silencio que, incomprensiblemente, se mantiene sobre el conflicto y la violencia contra las mujeres en la R.D. del Congo.
"Las mujeres periodistas congoleñas nos hemos asociado para investigar las causas del conflicto congoleño y hemos llegado a la conclusión de que no es un problema local, sino internacional. Las grandes multinacionales financian grupos armados como el FDLR, como yo pude comprobar en el terreno, para que sigan atemorizando a la población. Eso tiene que terminar. Sólo queremos la paz. Si no hay reporteros, no existe conflicto. Los periodistas son más importantes que las autoridades estatales, ya que durante un conflicto armado, éstas desaparecen y sólo quedan los medios de comunicación".En la trayectoria profesional de Caddy Adzuba, Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado 2009, destaca su compromiso en la defensa de los derechos humanos y la construcción de la paz desde su labor como periodista en uno de los conflictos más atroces del mundo, y su denuncia de la violencia que se ejerce contra las mujeres, de la utilización de las niñas y niños como soldados y de la defensa de la libertad de expresión.
En este año, 2014, Caddy Adzuba recibe merecidamente el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia, reconociendo así su lucha por la libertad de prensa, la reconstrucción de la paz y los derechos humanos, especialmente los de la infancia y las mujeres en zonas de conflicto. Con su denuncia, a través del periodismo, de las torturas y violaciones de las que son víctimas las mujeres y las niñas congoleñas y su trabajo por la reinserción de estas mujeres en una sociedad en la que son, por este hecho, repudiadas, quiere dar visibilidad a un conflicto que lo sufre especialmente la población civil desde hace casi dos décadas y permanece olvidado por los grandes medios de comunicación de todo el mundo, salvo esporádicas secuencias informativas cuando el conflicto se recrudece.
Y así lo ha reivindicado Caddy Adzuba al recibir el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, en un discurso que ha convertido su presencia en un altavoz y en el que ha invocado a "todas las activistas del mundo" y especialmente a las de su país, R.D. del Congo, escenario de una guerra cruel que durante 18 años ha condenado a las mujeres a "la esclavitud sexual y el rechazo de su propia comunidad".
"Las guerrillas saben que si quieren destruir a un pueblo tienen que destruir a la mujer primero"
Discurso de Caddy Adzuba en la Entrega del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia:
"Con profunda gratitud y gran humildad me presento ante ustedes en este día, para darles las gracias desde lo más profundo de mi corazón.
Mediante este prestigioso galardón, han elegido reconocer la labor pacífica de lucha contra la violencia sexual de la que son víctimas las mujeres en tiempos de guerra, en la zona oriental de la República Democrática del Congo, y la lucha contra la pobreza. Honorables miembros del Jurado, acepten nuestro sincero agradecimiento por esta distinción.
Es un gran honor para mi humilde persona.
Hubiese querido que este honor fuera recibido por las miles de mujeres congoleñas, víctimas de la guerra y de la violencia sexual y despojadas de todo honor desde que sus cuerpos fueron transformados en campos de batalla. Y quiero compartir este honor con las mujeres activistas de todo el mundo, y en especial con las de la República Democrática del Congo que, día y noche, luchan para defender los derechos humanos, con el exclusivo fin de establecer la justicia.
Majestades, Distinguidos invitados, Señoras y Señores:
Hoy, la mujer congoleña víctima de los conflictos armados, violentada y violada, ha perdido toda su dignidad y vive en la deshonra. Ella, cuyos órganos genitales fueron sometidos a los ultrajes más viles, condenada a la esclavitud sexual y rechazada por su propia comunidad, lleva 18 años sufriendo: 18 años de destrucción, 18 años de huida errante y desplazamiento, 18 años de pobreza extrema.
Los niños nacidos de esta atrocidad, que es la esclavitud sexual en tiempos de guerra, son a su vez víctimas de violaciones cuando son niñas, y reclutados a la fuerza en las bandas armadas cuando son niños: un círculo vicioso de sufrimiento y desolación que pone directamente en peligro el futuro de la nación congoleña, a causa de los miles de niños sin educación y traumatizados por los horrores de la guerra.
Majestades, Distinguidos invitados, Señoras y Señores:
No es secreto para nadie. Varios informes de Organizaciones No Gubernamentales internacionales y de expertos de las Naciones Unidas han denunciado la masacre organizada y planificada en el este de la República Democrática del Congo. Los diversos encuentros de paz y acuerdos firmados por el gobierno congoleño y los beligerantes nos llevaron a confiar en un final inminente del conflicto. Pero, lamentablemente, las mujeres siguen siendo violadas, los niños siguen siendo reclutados a la fuerza en los grupos armados, las familias siguen errando por los caminos del exilio, aldeas enteras siguen siendo incendiadas, los bienes de la población siguen siendo saqueados.
No, nuestra guerra no ha terminado. Estamos en guerra. Una guerra que, intencionadamente, se ha relegado en el olvido.
Ante esta situación, nos tenemos que preguntar: ¿Por qué esta guerra? ¿Por qué tanto sufrimiento para las mujeres violadas? La paz y la dignidad humana, ¿son un lujo para las mujeres pobres? ¿Están condenadas a sufrir los horrores de una guerra que no han planificado?
Estas preguntas atañen a todos los que estamos en esta sala. Las causas del conflicto en la República Democrática del Congo son múltiples. Los actores, responsables directos e indirectos, se conocen y han sido detallados en los informes que he mencionado anteriormente. De ellos se desprende que la República Democrática del Congo es víctima de la inmensa riqueza de su subsuelo.
Permítanme pedir cuentas a ciertas empresas multinacionales que, en busca de sus propios intereses, han contribuido a asolar a sangre y fuego este gran y hermoso país de Congo, arrebatándoles la vida a más de 6 millones de personas y su dignidad y su honor a más de 500.000 mujeres violadas.
Majestades, Distinguidos invitados, Señoras y Señores:
¿Durante cuánto tiempo vamos a seguir insensibles al dolor de las mujeres violadas en la República Democrática del Congo?
Las mujeres congoleñas heridas en cuerpo y alma, reclaman justicia y reparación; que se persiga tanto a los autores indirectos y ocultos en la sombra, como a los autores materiales. Es justo y necesario que todos aquellos que financian y alimentan este horror por razones económicas respondan de sus actos.
España, uno de los pocos países europeos que ha vivido los horrores de la dictadura en un pasado reciente y que ha logrado construir en tan poco tiempo un país de derechos humanos, en el que los derechos de las mujeres son respetados a escala nacional e internacional, un remanso de paz, un país de justicia... España -decía- sabrá intervenir con todo su peso ante la comunidad internacional en favor de esas mujeres congoleñas que sólo piden poder vivir en paz en su país y satisfacer las necesidades de sus hijos. Esta justicia requiere instituciones fuertes y competentes. Por ello sugerimos que se cree un Tribunal Penal Internacional (TPI) para la República Democrática del Congo como el que se creó para Ruanda. De manera que los crímenes cometidos contra las mujeres congoleñas en estos últimos 18 años no queden impunes y para reforzar al mismo tiempo el mandato de la Corte Penal Internacional.
Majestades, Distinguidos invitados, Señoras y Señores:
El prestigioso Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2014 con el que nos han honrado, es para nosotros una gran oportunidad de difundir aún con más fuerza y proyección nuestros mensajes de sensibilización, nuestras reivindicaciones y nuestras alegaciones. Este premio servirá de altavoz para la defensa de la causa de las mujeres violadas en el mundo en general y en particular en la República Democrática del Congo. Por ello queremos dar las gracias muy sinceramente: a la Corona de España por haber instaurado este Premio Príncipe de Asturias, a los miembros del jurado por haber confiado en nuestra causa, a las organizaciones que han presentado nuestra candidatura a este galardón, a las Organizaciones de la sociedad civil española que nos han apoyado y acompañado en nuestra sensibilización a nivel internacional.
Sin olvidar el muy importante papel que desempeña el periodismo en el mundo. Nuestros pensamientos van a todos los periodistas que están arriesgando su vida para que se conozca la verdad en las zonas de conflicto. Penamos en Ghislaine Dupont de RFI; pensamos también en el español Julio Anguita que ha muerto buscando la verdad. Y pensamos especialmente en los periodistas de Radio Okapi que trabajan día y noche, buscando la paz en este hermoso país que es la República Democrática del Congo.
Permítanme concluir mi mensaje con un poema español que dice:
'Necesitamos dos manos para escribir / dos para acariciar / dos para aplaudir / y todas las manos del mundo / para la paz'.
Unan, pues, sus manos a nuestras manos para que podamos reconstruir la paz y la concordia en la República Democrática del Congo, y devolver su honor y dignidad a las mujeres violadas.
Muchas gracias".
FUENTES: Fundación Princesa de Asturias, Fundación Mainel, RTVE, En positivo, Frases y pensamientos.
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