Google+ ranktrackr.net

domingo, 1 de noviembre de 2015

CINE Y VIOLENCIA DE GÉNERO: ¿Cómo Representa El Cine La Violencia De Género?


POR MAR FERNÁNDEZ
INVESTIGADORA FREELANCE EN ESTUDIOS DE GÉNERO, FEMINISTAS Y SEXUALIDADES.

1. INTRODUCCIÓN.

El objeto del presente artículo es analizar cuál es la representación que hace el cine de la violencia machista, esto es, si lo podemos catalogar como potenciador de esta violencia o de agente "visibilizador" del maltrato a las mujeres, evidenciando al tratar este tema dos manera de violencia:
  • La que presenta la propia trama argumental.
  • Y la que se deriva de relegar a las mujeres a papeles secundarios, adjudicándoles roles menores, de los que se desprende poco poder de decisión dentro del discurso y provocando que estén como verdadero "adorno".
Y el objetivo último que pretendo con este análisis es reflexionar sobre el papel que juega el cine en la sensibilización o no sobre la violencia contra las mujeres, intentando responder a las siguientes cuestiones:
  • ¿Cómo muestra el cine la violencia machista?
  • ¿Cuáles son los elementos que destaca de ella?
  • ¿Qué conclusiones podemos extraer?
  • ¿Estas conclusiones pueden servirnos para intervenir en contra de dicha violencia?
La respuesta a estas preguntas nos conducen a una serie de conceptos como son: estereotipos, discriminación, prejuicios, violencia física, violencia sutil, violencia psicológica, micromachismos, poder o control, que están en la base de dicha violencia contra las mujeres.

Asimismo, para dar respuesta a estas cuestiones, también trataremos en los próximos apartados sobre la representación de la violencia de género en los medios de comunicación y, por supuesto, en el cine; y acabaremos con el análisis de una película que aborda desde una mirada plural el tema del maltrato contra la mujer en el ámbito doméstico: "Te doy mis ojos", de Icíar Bollaín.

2. EL CONCEPTO "VIOLENCIA DE GÉNERO".

La violencia que se ejerce contra las mujeres es un problema de grandes dimensiones y graves consecuencias para toda la sociedad; constituyendo un atentado contra el derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad, a la dignidad y a la integridad física y psíquica de la víctima.

El 20 de diciembre de 1993, la ONU aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, en la que se definió como:
"Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vía pública o en la vía privada".
De esta definición, la ONU ha podido deducir las siguientes formas y manifestaciones de la violencia contra las mujeres:

1) Violencia contra la mujer dentro de la familia:
  • En la pareja: violencia física, psicológica, sexual y económica.
  • Prácticas tradicionales nocivas: infanticidio, ablación o mutilación genital, preferencia por hijos varones, matrimonio precoz y/o forzoso, exigencia de la dote, crímenes de honor, prácticas nocivas con mujeres de edad o viudas,...
2) Violencia contra la mujer en la comunidad:
  • Feminicidio.
  • Violencia sexual infligida fuera de la pareja.
  • Acoso sexul y violencia en el lugar de trabajo, en las instituciones educativas y en los deportes.
  • Trata de mujeres.
3) Violencia contra la mujer cometida o tolerada por el Estado (a través de agentes o políticas públicas):
  • Privación de libertad.
  • Esterilización forzada.
4) Violencia contra la mujer en conflictos armados:
  • Violencia física, psicológica o sexual.
5) Violencia contra la mujer y discriminación múltiple:
  • Factores como: raza, origen étnico, casta, clase, condición migrante o refugiada, edad, religión, orientación sexual, estado civil, discapacidad, condición VIH, etc.
La violencia de género, por tanto, no es sólo la que se ejerce contra la mujer por su pareja o ex-pareja en el ámbito doméstico, sino que es mucho más amplia, afectando a mujeres de todo el mundo y adquiriendo, en todos los casos, formas atroces.

En 1996, la OMS declara que la violencia es un problema de Salud Pública, destacando que es una patología de efectos muy graves, e incluso destructivos, para la salud, cuyas consecuencias tienen reflejo en todos los aspectos de la vida de la mujer, aumentando el riesgo de enfermedades tanto físicas como mentales, e incluso la muerte.

Asimismo, la OMS ha manifestado reiteradamente las graves consecuencias que la violencia de género tiene en la salud de las mujeres, y ha alertado que este tipo de violencia es la primera causa de pérdida de años de vida entre mujeres de 15 a 44 años, por encima incluso de las guerras, los accidentes de tráfico o los distintos tipos de cáncer.

La violencia contra las mujeres es una manifestación de desigualdad de género y deja patente la existencia de un grupo social de hombres que domina y que maneja el poder en su sentido más peyorativo y un grupo social que es dominado o subordinado, el de las mujeres. Esto es, la denominación de “violencia de género” intenta evidenciar que éstas sufren determinadas agresiones por el mero hecho de ser mujeres, y nos remite a las desigualdades basadas en todas aquellas prácticas (especialmente, basadas en estereotipos y roles sexistas) que asignan a las mujeres una posición de inferioridad en la familia, en el lugar de trabajo, en la comunidad y en la sociedad.

En efecto, las creencias, las normas y los valores culturales son trascendentales en la configuración y en la promoción de la violencia de género; en ocasiones minimizando u ocultando sus efectos perversos, lo que conlleva en muchos casos el fracaso de políticas y programas diseñados para su erradicación.

A pesar de la extrema gravedad que reviste este problema, las políticas públicas diseñadas para paliar sus consecuencias son muy recientes. En España, hasta principios  de la década de los noventa, no es cuando empiezan a aparecer, eso sí tímidamente, los términos “violencia familiar”, “violencia intrafamiliar” y “violencia doméstica”, si bien en el Código Penal, aprobado en 1995, no se recogen dichos términos. Pero el caso “Ana Orantes” rompe esa dinámica, convirtiéndose la “violencia contra las mujeres” en tema de agenda para los medios de comunicación a partir de diciembre de 1997 y haciendo de revulsivo social y jurídico.

Jurídicamente, y desde el año 1999 se procede a elaborar leyes en las que comienzan a integrarse los términos de “violencia psicológica”, “malos tratos”, “violencia doméstica”, todas ellas encaminadas a endurecer las penas a aplicar a los agresores o maltratadores; pero no será hasta el año 2004, con la aprobación de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, cuando se introduzca por primera vez, en el ordenamiento jurídico español, la perspectiva de género como análisis del problema social y se incorpore el factor cultural como causa del fenómeno, dejando claro que la violencia de género que contempla y que pretende combatir, dicha Ley Orgánica, es una manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres (hechos que alimentan la raíz misma de la violencia de género), ejercida sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aún sin convivencia (art. 1).

Esta Ley Orgánica, aprobada gracias al esfuerzo realizado por las organizaciones de mujeres en su lucha por erradicar todas las formas de violencia de género, junto con las sucesivas campañas de sensibilización diseñadas por las distintas instituciones públicas, han conseguido que las agresiones sobre las mujeres tengan una especial incidencia, existiendo hoy una mayor conciencia que en épocas anteriores sobre la violencia de género; por lo que ya no es un delito invisible, perteneciente al ámbito privado del hogar, sino que se ha convertido en un problema público provocando un rechazo colectivo y una evidente alarma social. Asimismo, como ya hemos mencionado en líneas anteriores, se ha conseguido que «el tema de los malos tratos forme parte de la agenda mediática, pero aún queda un largo camino para conseguir evitar la trivialización, el  estereotipo y la superficialidad en la forma de cubrir la violencia masculina contra las mujeres en los medios de comunicación» (Pilar López, 2002)[1].

3. LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.


La representación que elaboran los medios de comunicación sobre cualquier aspecto de la realidad se realiza mediante construcciones, siendo la más significativa de ellas la del lenguaje (Pilar López, 140). Desde finales de 1997, la denominada violencia machista contra las mujeres se encuentra en la agenda habitual de los medios de comunicación; y desde ese momento hasta la actualidad, éstos han utilizado diferentes términos para referirse a la violencia contra las mujeres. De la "violencia familiar" se pasó al uso de "violencia doméstica", luego al de "violencia de género", término éste que ayudaría a entender las raíces del problema, aunque difícilmente entendible por la mayoría de la ciudadanía y, quizá, por gran parte de los profesionales de los medios; y, por ello, un término que no dejaría lugar a dudas siendo fácilmente entendible por todos y todas es el de "violencia contra las mujeres". En la actualidad, la Agencia de Noticias EFE incluye en su libro de estilo el término "violencia machista" por considerarlo más descriptivo y contundente de la realidad que implica el fenómeno social de la violencia de género. En este sentido, es importante destacar que la denominación "violencia doméstica" es útil para hablar del maltrato en el hogar y contra cualquier persona que viva en él, pero pierde fuerza el género como criterio para denunciar el control del patriarcado sobre las mujeres.

Hemos señalado finales de 1997 como fecha en que el tema de la violencia de género entra a formar parte de la agenda habitual de los medios de comunicación, siendo una fecha clave, en concreto el mes de diciembre de 1997, que va a marcar un antes y un después en la representación en los medios de la violencia contra las mujeres en España.

Éstos son los hechos que marcan ese antes y ese después: El 4 de diciembre de 1997, en el "Programa de Inma", emitido por Canal Sur TV, una señora de Granada, llamada Ana Orantes, denuncia en el plató los malos tratos y las amenazas de muerte que estaba sufriendo durante los cuarenta años de relación por parte de su marido. Pocos días después de su declaración ante los medios, su ex-marido (del que se había separado, pero con el que compartía vivienda por orden judicial -incomprensible-) la quema viva, produciéndole la muerte. La noticia de este asesinato horrendo se mostró recordándose, a través de imágenes de archivo, cómo Ana contaba su historia; ante tales hechos, la ciudadanía quedó impresionada. Esa confesión y ese desenlace narrado consiguen sacar a la luz pública un problema que, hasta el momento, había estado casi oculto. En efecto, esta historia hecha visible por la televisión constituyó un revulsivo social provocando que la violencia de género trascendiera de lo estrictamente privado al ámbito de lo público y social.

Los motivos de este cambio se deben, según Elvira Altés (citada por Pilar López, 147) al "carácter endogámico de los medios: la televisión ofrece la confesión de la mujer, en vivo y en directo; la televisión, de esta forma, se convierte en fuente de información de tal manera que puede mostrar un documento real, cuya difusión multiplicará el efecto de realidad. No es una mujer anónima la que han matado, es la que ha salido en la tele. En la medida en que ha sido representada socialmente por los medios, existe mucho más que cualquier otra". Pero, a pesar de este gran giro que ha provocado la entrada de la violencia de género en la agenda mediática, Pilar López alerta de la asignatura pendiente que tienen los medios de comunicación, cual es la de cómo representan los casos de violencia machista.

Esta misma autora, siguiendo a Marian Meyers, opina que los medios de comunicación son parte del problema de la violencia contra las mujeres por el tratamiento que realizan éstos acerca de dicha violencia; en concreto, se señala que "las informaciones acerca de la violencia masculina contra las mujeres son parte del problema de esta violencia si:

  1. Las noticias representan a las víctimas de la violencia masculina como responsables de la agresión.
  2. Si se pregunta qué ha hecho la mujer para provocar o causar la violencia.
  3. Cuando se excusa al agresor porque "estaba obsesionado", o estaba enamorado o celoso o de cualquier otra forma.
  4. Cuando muestran falta de equilibrio en el tratamiento que se le da a la víctima (en el sentido de victimaria, sujeto pasivo del delito) y el que se le dispensa al agresor.
  5. Cuando representa al agresor como un loco, un monstruo o un psicópata mientras ignora la naturaleza estructural de la violencia contra las mujeres".
Por otra parte, también es importante subrayar la implicación de los medios de comunicación en la lucha contra la violencia hacia las mujeres. En este sentido, el art. 43 de la Ley 9/2003, de 2 de abril, de la Generalitat Valenciana, para la Igualdad entre Mujeres y Hombres establece que "el Consell de la Generalitat garantizará en los medios de comunicación audiovisual de titularidad pública, la emisión de programas cuyo objetivo sea erradicar la violencia contra las mujeres, el acoso sexual y la explotación sexual de la mujer. Asimismo, se programará la emisión de campañas institucionales sostenidas en el tiempo de sensibilización contra la violencia de género". De igual manera, el Gobierno Central ha incluido a los medios de comunicación y a la publicidad como ejes prioritarios de actuación, enfatizando que deben combatir de manera efectiva la existencia de estereotipos discriminatorios en sus informaciones y mensajes. De todo ello, podemos deducir que los medios de comunicación tienen una enorme importancia; por cuanto logran provocar reacciones en las personas ya que ofrecen visiones del mundo, movilizan deseos, e influyen en las percepciones y en nuestras posiciones ante la realidad; ayudando a construir la identidad personal y social; y por esta visión socializadora que poseen, han llegado a ser consierados como "pedagogías públicas".

En este mismo sentido, Roxana Morduchowicz y colegas (2004) le concede esta misma importancia al cine de manera específica (en línea) [2]. Pilar Aguilar (1998), por su parte, es contundente al respecto cuando señala que "ese mundo tan radicalmente construido tiene una gran fuerza persuasiva. Puede influirnos más que lo que nos influyen los hechos reales. Las imágenes gozan de un extraordinario poder emotivo" (pág. 47) [3]. Y ese poder emocional, según esta investigadora, nos ciega de tal modo que hace que nos sintamos cerca de situaciones y de personajes a los que racionalmente detestaríamos; motivo por el cual es importante cuidar mucho qué se dice y cómo, es decir, a través de qué imágenes se expresa.

4. LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN EL CINE.

Cuando ponemos el punto de mira en la violencia de género nos encontramos con que el cine puede:

  • Hablar de ella, siendo la violencia contra las mujeres el tema argumental.
  • Ser violento contra las mujeres cuando las trata como objeto dentro de la narración o cuando las discrimina laboralmente.
Siguiendo este último punto de vista debemos subrayar que, por una parte, el cine tradicionalmente ha tenido como protagonista principal al hombre; y, por otra parte, la presencia femenina en la industria ha estado prácticamente vinculada a la interpretación y no siempre concediéndole el papel de protagonista.


Por lo que respecta a los estudios de género en el cine en España, éstos han experimentado una progresión que ha ido desde los trabajos sobre mujeres directoras al de la construcción de personajes femeninos, tendiendo a las diferencias de perfiles femeninos construidos por guionistas o directores hombres en contraste con los de mujeres en puestos creativos. Por el contrario, los trabajos específicos sobre violencia contra las mujeres aún se encuentran en fase de iniciación en el cine español, por cuanto se enmarcan dentro de la etiqueta más general de la violencia en el cine que es multiforme, amplísima y permanente.

No obstante, se hace necesario hablar sobre la violencia explícita de género, pero sin olvidar, en palabras de Teresa de Lauretis, que el objetivo básico de estos estudios es el de "hacer visible lo invisible" [4], ver lo que miramos pero no vemos, lo que está en la pantalla y que no aprehendemos, no decodificamos. 

Este tema de la violencia de género se puede tratar, al menos, desde dos perspectivas: la violencia hacia las mujeres, por un lado, y la violencia de las mujeres, por otro; teniendo muy en cuenta que en ambos casos existe violencia explícita y violencia implícita, oculta.

En la violencia hacia las mujeres en el cine, hay que tener en cuenta muchos factores relacionados con la esencia del cine como industria y como máquina de mantenimiento de un sistema de valores, sin olvidar que seguimos estando dentro de los esquemas del cine comercial y patriarcal, contando por tanto con unas reglas del juego. Es decir: nos movemos en el terreno de lo ficcional, y esto posee unas reglas, unos tópicos y unos roles.

Claire Johnston decía que "la ideología machista no se manifiesta en la pobreza de la presencia femenina, sino en situar a la mujer en un universo sin tiempo, poblado de entidades absolutas y abstractas. La mujer, a diferencia del hombre, aparece fuera de la historia, y de este modo es a la vez marginada y glorificada" [5]. De ahí, emanan las dos vías de aparición de mujeres en el cine patriarcal: la vía de la sublimación a través del fetichismo y la vía de la humillación a través del desprecio; situándonos en esta segunda vía cuando hablamos de la violencia hacia la mujer en el cine. Pero también puede existir una violencia explícita con otra intencionalidad, refiriéndonos en este caso al cine testimonial donde el tema de la violencia hacia la mujer, en el que los malos tratos físicos forman parte de un testimonio, contiene una vocación reivindicativa, un deseo de hacer intrahistoria visual de un país; como por ejemplo es el caso de las películas españolas Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (Agustín Díaz Yanes, 1995), Solas (Benito Zambrano, 1999) o Solo mía (Javier Balaguer, 2001).

Por lo que respecta a la violencia de las mujeres, se está percibiendo un giro hacia una homogeneización o estandarización de comportamientos como lo está siendo ya de obligaciones, deberes y derechos; una homogeneización de los tópicos de hombres y tópicos de mujeres que ha llegado al cine y a sus personajes.

Roles de mujer, como el de la virgo potens y la turris ebúrnea: la mujer fuerte, altiva, la heroína que siempre caía rendida por amor, se alternan desde siempre en el cine con los de la femme fatale, la perversa, que también era castigada por mala, por ser la perdición de los hombres, con la enfermedad o la muerte. Pero ahora están comenzando a cambiar los roles, a entrar nuevos personajes que acabarán por conformar nuevos tópicos.

Sin embargo, parece que nuestro cine se resiste momentáneamente a incorporar este tipo de mujeres violentas, sanguinarias y sin escrúpulos, aunque no tardará en llegar por cuanto será el propio espectador, a través del juego de la comunicación con éste o de la competencia espectatorial, el que demande este tipo de mujer violenta.

Pero con la incorporación de este nuevo tipo de mujer violenta, nos adentramos en otro territorio, que no es exclusivo de los estudios de género o estudios de Teoría Fílmica Feminista; nos adentramos en otro terreno que, por su amplitud, es incluso más grave, y ese terreno no es otro que la violencia en el cine, la cual se puede considerar como desmesurada e injustificada.

Y, con todo, sólo se ha hecho referencia hasta aquí a la violencia física, de la que hay muchos menos testimonios en el cine que de la otra violencia, la simbólica, mucho más sutil y muchísimo más abundante. Por ello, se hace conveniente repasar la historia del cine desde esta tendencia. Y, en particular, tener en cuenta y observar la diferencia de la presencia de violencia de género como testimonio de algo reprochable y como algo patriarcalmente aceptado. La violencia simbólica aplicada al cine consiste en el poder de control social y psicológico que se puede producir en la construcción de una representación de perfiles femeninos esclavizados y controlados por la dominación del personaje masculino, en los márgenes de una sociedad patriarcal hetero y androcéntrica de elementos.


Esto no obstante, el reparto tradicional y habitual de la presencia del personaje masculino para el entorno de lo público y el femenino para el entorno de lo privado está, asimismo, empezando a fracturarse. Y ello se está produciendo, especialmente, en ciertas películas de mujeres directoras que desarrollan mundos intimistas con mujeres protagonistas; como es el caso de las autoras, guionistas y directoras Icíar Bollaín y Gracia Querejeta, quienes en sus películas desarrollan historias de mujeres donde el personaje femenino va superando poco a poco las barreras del patriarcado de construcción de personajes femeninos y de "historias de mujeres". Pero no se trata en ellas de narrar historias que no sean patriarcales, sino en focalizar las historias con miradas no patriarcales.

En efecto, en las películas "Hola, ¿estás sola?" (1995, "Flores de otro mundo" (1999) o "Te doy mis ojos" (2003), todas de Bollaín, o "Cuando vuelvas a mi lado" (1999) y "Siete mesas de billar francés" (2007), de Querejeta, se encuentra todo un abanico de mujeres que muestran al espectador sus esferas y universos personales íntimos, donde son ellas las que hacen avanzar sus historias y dominan las riendas de sus vidas; si bien es verdad que en tanto mujeres heterosexuales cuentan con una carga de vinculación emocional muy fuerte hacia los personajes masculinos, más débiles en cuanto a configuración en estos relatos.

5. ANÁLISIS DE LA PELÍCULA "TE DOY MIS OJOS".


Te doy mis ojos surgió porque tanto Icíar Bollaín como la coguionista Alicia Luna "le dábamos vueltas al tema de la violencia en la pareja y veíamos que aunque es una constante en los medios de comunicación había muchas preguntas que no sabíamos contestar.

¿Por qué una mujer aguanta una media de diez años junto a un hombre que la machaca? ¿Por qué no se va? ¿Por qué no sólo no se va sino que incluso algunas aseguran seguir enamoradas? Las razones de dependencia económica no explican el hecho de que una de cada cuatro mujeres en Europa y Estados Unidos asegure haber vivido una relación de violencia en su vida.

Según fuimos documentándonos descubrimos que una de las razones primordiales era que siguen en la esperanza de que el hombre cambie. Así, nuestro personaje es una mujer que sigue esperando cada día que entre por la puerta el hombre del que se enamoró... Pero ¿quién es ese hombre? ¿Por qué no existe apenas un perfil del maltratador? ¿Y por qué estos hombres maltratan durante años a quien dicen querer con toda su alma?

Hay hombres violentos físicamente, hay otros que son violentos también psicológicamente y probablemente son los que más daño hacen. Los hay verdaderamente crueles y los hay que son también víctimas de sí mismos, que no saben solucionar sus conflictos si no es mediante la violencia, que necesitan tener a la persona que quieren controlada, que tienen mucho miedo... y ése es el hombre de nuestra película, alguien que tiene posibilidades de verse a sí mismo y cambiar. (...)" (Icíar Bollaín, en línea). Y todo ello entremezclado y mucho más conforman esta película de Icíar Bollaín, del año 2003: Te doy mis ojos.

5.1. Comentario y Análisis.

La película aborda el tema de la violencia de género ejercida en el ámbito doméstico, desde la óptica tanto de la víctima (pero como victimaria, sujeto pasivo del delito de violencia machista, como persona vulnerable, Pilar, como del maltratador o agresor, su marido Antonio; asimismo, en ella se representa a la perfección el ciclo de la violencia.

En palabras de la propia directora, "Te doy mis ojos cuenta la historia de Pilar y Antonio pero también de quienes les rodean: una madre que consiente (papel interpretado por Rosa Mª Sardá, una mujer maltratada asimismo por su marido, padre de Pilar, y que, debido a su socialización como niña primero y como mujer después, no supo poner fin a su situación); una hermana que no entiende (papel interpretado por Candela Peña, que quiere ayudarla pero no sabe cómo); un hijo que mira y calla (tan atemorizado como su madre, y que no entiende qué está pasando entre sus progenitores); unas amigas (que le ayudan a un nuevo despertar lleno de ilusiones y de sueños, que Pilar quiere compartir con su marido -porque lo quiere- pero ésto no está dispuesto a dejarla volar); una sociedad y una ciudad como Toledo que añade con su esplendor artístico y su peso histórico y religioso una dimensión más a esta historia de amor, de miedo, de control y de poder".

En definitiva, plantea una mirada plural hacia las razones y los comportamientos de los distintos personajes involucrados en la trama, permitiéndonos tratar los siguientes temas:

5.1.1. ¿Existen razones que justifiquen el comportamiento del maltratador?

Una de las virtudes de este film es que trata de analizar las causas y la psicología del maltratador (Antonio), sin que ello signifique identificarse con él. Es decir, busca los motivos que llevan a Antonio a maltratar a Pilar, trata de comprender qué le está pasando y, a la vez, se distancia de él, por su comportamiento. Algunas escenas de la película nos dan algunas claves sobre dicho comportamiento:

  • Cuando se siente humillado, cuando es tratado como un "pringado", como una "mierda" por su hermano y, en general, por su familia, para mitigar su frustración reacciona contra su mujer y su hijo. Aunque luego dice arrepentirse, en el momento no puede controlar su ira. Ello transcurre durante la escena en que van en el coche de regreso a su casa, después de haber estado ayudando a su hermano; se trata de una escena muy violenta, prueba de ello es el miedo que se refleja en la cara y en los ojos del niño y de la protagonista. Podríamos decir que estamos asistiendo, en dicha escena, a un episodio de violencia psicológica, presente a lo largo de toda la película.
  • En segundo lugar, cuando Pilar quiere hacer otras cosas (trabajar o aprender cosas nuevas: está muy ilusionada con el proyecto de ser guía de museo, un trabajo en el que se siente realizada, una nueva mujer con ilusiones, deseos... sueños), a ser más autónoma, Antonio se siente inferior y tiene miedo de que ella acabe encontrando a otro hombre que le pueda ofrecer una vida mejor que la que él le da. Ante esta situación, reacciona tratando de controlarla y de evitar que desarrolle sus capacidades, y empieza a humillarla, ridiculizarla, aislarla. Su miedo e inseguridad le llevan a reforzar su idea de que Pilar es su posesión y actúa con la intención de dominarla absolutamente. Varias escenas son ejemplos de este comportamiento que deviene en una violencia sutil y silenciosa que acaba rompiéndolo todo (como cuenta Pilar ante un agente de la policía): sus continuas llamadas, sus visitas al museo para vigilarla pero sin contactar con ella, esas ansias por saber en cada momento cuáles son los pensamientos de Pilar, incluso le regala un teléfono móvil para poder tenerla localizada en cada momento...
De las escenas en las que aparece Antonio con el psicólogo, podemos deducir que su problema es que está confundiendo amor con posesión, llevándole ello a no dejar crecer a Pilar, a no dejar que se desarrolle como persona. Del amor a la pareja, está pasando al control y a dejar de tenerla en cuenta como persona, aunque le repita una y mil veces que la quiere y que sin ella su vida no tiene sentido. Sin, por ello, justificarle ni disculparle, la película plantea que Antonio también es, en cierta medida, víctima de sí mismo y de la construcción tradicional de lo que es ser hombre. Para LUIS BONINO, esta construcción tradicional de lo que es ser hombre responde a los modelos hegemónicos basados sobre una serie de pautas sexistas que mantienen la dominación y su complemento, la subordinación, las cuales juegan un papel fundamental en la socialización machista. Esta socialización determina cómo "debe ser" el varón y su "derecho natural" sobre la mujer: lo que encuentra cierta legitimación social si no se rebasan ciertos límites.



5.1.2. Formas en que se manifiesta la violencia.

Otro aspecto que queda reflejado en esta película es el hecho de que la violencia física no es la única forma de maltrato. De hecho, ésta apenas aparece directamente en el film, lo que nos permite observar una amplia gama de formas de maltrato: el aislamiento, la desvalorización (continuamente, le está diciendo a Pilar que sólo sirve para hacer bobadas o cosas inútiles), la ridiculización, las amenazas, el chantaje, etc. En este sentido, Luis Bonino cuando habla de violencia masculina refiere que se pueden dar la psicológica, que es permanente (y la más presente en la película), y que pasa a ser física cuando es necesario aplicar un "correctivo" para volver a poner a la mujer en "su lugar", resaltando que la posibilidad de adoptar conductas de maltrato es directamente proporcional al grado de identificación con el modelo de socialización que propugna la superioridad sobre la mujer. Ejemplos de esto último se pueden deducir de las escenas en que se desarrollan las sesiones de terapia grupal, en la que participan varones de distintas edades.

5.1.3. ¿Por qué las mujeres víctimas de violencia de género continúan con sus maltratadores, perpetuando de este modo su situación de maltrato?

Si bien la dependencia económica es una razón, no parece que explique totalmente los motivos; y menos en esta película, pues Pilar vuelve con Antonio en el momento en que parece abrírsele todo un mundo de posibilidades en el mercado laboral: su trabajo en el museo, sus cursos de formación como guía de museo o exposición, el proyecto que tiene con Lola de hacerse guías itinerantes para museos u otras entidades que se dediquen a la exposición, etc.

Según la directora de la película, uno de los motivos es que siguen con la esperanza de que el hombre cambie, que vuelva a ser como antes, como el hombre de quien se enamoraron por primera vez. Hasta que la mujer no pierde la esperanza de que va a cambiar, no decide marcharse. En la película, Pilar no sólo tiene miedo de Antonio, sino que también le quiere y espera que cambie y, por eso, le da nuevas oportunidades. Incluso le apoya en la terapia y espera que esto le sirva, hasta que llega un momento en que las cosas alcanzan un punto (después de la escena del balcón, cuando en pleno día la encierra por unos instantes desnuda) en que ella se da cuenta que él "lo ha roto todo", no tanto a ella, sino sobre todo su relación de amor. Su declaración en comisaría, al final de la película, resulta clara desde este punto de vista. Esta esperanza en que cambie tiene su base en el mito del "amor romántico".

El Amor Romántico.

El amor romántico es el modelo natural en el que somos socializados de manera diferente mujeres y hombres según las expectativas de rol de género. Dentro de este modelo, hay una serie de pautas ideales acerca de la persona de la que hay que enamorarse, cómo debe ser la relación, qué conductas se pueden tener y cuáles no, etc.; pautas éstas que llevan implícitos los estereotipos tradicionales y una serie de mitos y creencias vinculados a los mismos. Dicho con otras palabras: el ideal romántico de nuestra cultura ofrece un modelo de conducta amorosa que estipula lo que "de verdad" significa enamorarse y qué sentimientos han de sentirse, cómo, cuándo y con quién si y con quién no.

Y es este componente cultural, descriptivo y normativo, el causante de que se desarrollen creencias e imágenes idealizadas en torno al amor que en numerosas ocasiones dificulta el establecimiento de relaciones sanas y provoca la aceptación, normalización, justificación o tolerancia de comportamientos claramente abusivos y ofensivos.

Podemos hablar, según la clasificación realizada en la investigación Detecta Andalucía [1*], de diecinueve mitos, falacias y falsas creencias acerca del ideal de amor romántico que podrían aglutinarse, a su vez, en cuatro grupos y cuya asunción supone un importante factor de riesgo para establecer relaciones de desequilibrio de poder en las parejas y, por tanto, de la violencia machista:

GRUPO 1. De mitos de AMOR ROMÁNTICO: "El amor todo lo puede":
  • Falacia de cambio por amor
  • Mito de la omnipotencia del amor
  • Normalización del conflicto
  • Creencia en que los polos opuestos se atraen y se entienden mejor
  • Mito de la compatibilidad del amor y del maltrato
  • Creencia en que el amor "verdadero" lo perdona/aguanta todo o Mito de la abnegación o exceso de empatía
GRUPO 2. De mitos de AMOR ROMÁNTICO: "El amor verdadero predestinado":
  • Mito de la "media naranja"
  • Mito de la complementariedad
  • Razonamiento emocional
  • Creencia en que sólo hay un amor "verdadero" en la vida
  • Mito de la perdurabilidad, pasión eterna o equivalencia
GRUPO 3. De mitos de AMOR ROMÁNTICO: "El amor es lo más importante y requiere entrega total":
  • Falacia del emparejamiento y conversión del amor de pareja en el centro y la referencia de la existencia
  • Atribución de la capacidad de dar la felicidad
  • Falacia de la entrega total
  • Creencia de entender el amor como despersonalización
  • Creencia en que si se ama debe renunciarse a la intimidad
GRUPO 4. De mitos de AMOR ROMÁNTICO: "El amor es posesión y exclusividad":
  • Mito del matrimonio o de la convivencia
  • Mito de los celos
  • Mito sexista de la fidelidad y de la exclusividad
Los efectos negativos de aceptar, sin cuestionamientos, este modelo del amor romántico son muy variados, y podemos citar la idealización, la evaluación negativa del conflicto que es interpretado como indiferencia, la atribución interna de los aspectos negativos y la decepción con la relación; porque usar los mitos románticos como estándar genera expectativas que son difíciles de conseguir y que conduce a conductas negativas que a su vez perjudica más la relación. En el caso particular de los celos las consecuencias son más graves, puesto que son considerados como predictores de violencia. Por ello se hace necesaria una resocialización del concepto de amor, de los modelos amorosos deseables y de los modelos masculinos y femeninos basados en el afecto y en la confianza, el compromiso emocional y la reciprocidad [2*].

Muchos de estos mitos del amor romántico aparecen a lo largo de la película: en muchas escenas, Antonio le dice a Pilar que su amor y el estar con ella es lo que da sentido a su vida; en otra escena, en la de la cama en casa de su hermana Ana, Pilar como prueba de amor hacia Antonio le regala hasta sus ojos, se entrega totalmente a él, sin olvidar que Pilar vuelve con su marido porque, en base al mito de que "el amor todo lo puede", cree o tiene esperanza en que va a cambiar.

Para finalizar con el mito del amor romántico, nos quedamos con estas palabras de Simone de Beauvoir: "El día en que sea posible que la mujer ame, no con su debilidad sino con su fuerza, no para escapar de sí misma sino para encontrarse, no para rebajarse sino para reafirmarse; aquel día el amor llegará a ser para ella, como para el hombre, una fuente de vida y no de peligro mortal".

5.1.4. ¿Hay contextos sociales que favorecen la violencia hacia las mujeres?

La película permite ver cómo las relaciones de poder de género son normalizadas socialmente. La figura de la madre, interpretada por Rosa Mª Sardà, nos habla de ello. Según se desprende de ciertas escenas de la película, especialmente, la del cementerio el día del cumpleaños de su marido -padre de Pilar-, ella también vivió una situación de maltrato, pero en lugar de denunciarlo, evita ver lo que le sucede a su hija, quitándole importancia al problema y haciendo como si fuera algo normal; y por ello, su posición es buscar la reconciliación entre Pilar y Antonio.

Pero, sin tratar de justificar su actitud ante el problema de violencia que está viviendo su hija, la madre actúa según el modelo de socialización de las mujeres de su época, las cuales eran educadas para ser buenas esposas y madres, y dedicarse exclusivamente al hogar, recayendo sobre ellas la responsabilidad de poner paz en la familia.

En la citada escena del cementerio, la madre justifica su decisión de haber permanecido la relación de maltrato con su marido por el bien de sus hijas, y le espeta a Pilar que ella (la madre) "lo he hecho lo mejor que he podido", lanzándole un reto a aquélla: "Ahora te toca a ti mejorarlo".

5.1.5. Formas de comprender la masculinidad.

En contraposición al modelo de masculinidad machista reflejado en el mundo de Antonio y de los hombres que asisten a la terapia, la película también muestra otras formas de ser hombre; especialmente, con la figura de John, el novio de Ana, hermana de Pilar, quien se nos presenta como una persona sensible, que asume la corresponsabilidad en las tareas domésticas (hace el desayuno, lo quita, hace la compra, la cena... en palabras de la propia Pilar) y que cuida a su pareja. En este sentido, merece la pena subrayar que una de las estrategias fundamentales de prevención de la violencia contra las mujeres es promover otros modelos de masculinidad alternativos al tradicional dominante.

Y, a través de esta figura de John, como un hombre sensible que respeta a su pareja y con la que comparte su vida pero sin invadirla, es como Icíar Bollaín introduce una herramienta en su película para la prevención de la violencia de género, por ello podemos decir que Te doy mis ojos es una película que cumple una función de denuncia de este problema social, y, al mismo tiempo, intenta dar solución al fenómeno de la violencia contra las mujeres; porque, como dice Luis Bonino, el cambio de los varones hacia la no violencia es imprescindible para implicarlos en las estrategias de intervención contra la violencia hacia las mujeres.

5.1.6. ¿Cómo se puede ayudar a las mujeres víctimas de violencia de género?

Es muy difícil ayudar a una mujer maltratada; en primer lugar, porque las personas que quieren ayudar no entienden lo que está sucediendo y no comprenden las razones por las cuales sigue al lado del hombre que le "está machacando la vida"; y en segundo lugar, porque la mujer maltratada tampoco entiende qué le está pasando, e incluso tienen tan interiorizada su situación de inferioridad y de su desvalorización como personas que se autoinculpan de las agresiones de su pareja, porque consideran que lo podrían haber podido evitar cambiando su comportamiento.

En la película, es Ana, la hermana de Pilar, la persona más próxima que quiere ayudarla; sobre todo, cuando va a casa de su hermana a recoger algunas cosas y ve en uno de los cajones unos partes médicos de los servicios de urgencia; desde ese momento, su intención y su firme decisión será ayudar a su hermana, pero cómo: No entiende lo que está ocurriendo; tampoco entiende la decisión de Pilar de continuar o volver con Antonio; no comprende cómo puede tenerle miedo y a la vez quererle: "¿Cómo puedes querer a un hombre que te está machacando la vida?". Y toda esta incomprensión de Ana la lleva a juzgar continuamente a su hermana, lo que provoca en Pilar un mayor encierro, más silencio, lo que la deriva a un mayor control por parte de Antonio.

Al final de la película, Ana le dice a Pilar que se queda con la sensación de que no ha sabido ayudarla, prometiéndole que siempre estará junto a ella para lo que necesite. Pilar le contesta que ha sabido escuchar y que ha estado ahí para escuchar, sin embargo ella no ha podido hablar, porque no se veía... "llevo mucho tiempo que no me veo" (síntoma de la anulación a la que lleva el maltratador a su víctima para conseguir el control total de la misma). Con esta escena, Icíar Bollaín sugiere que es imprescindible, para ayudar a una víctima de malos tratos, escuchar y acompañar a la mujer durante el proceso, pues de lo contrario podría provocarse un mayor aislamiento y, por ende, un mayor control sobre aquélla.

Asimismo, también aparecen en la película otras personas que prestan una ayuda fundamental a Pilar; me estoy refiriendo a Lola (Elisabet Gelabert) y a Rosa (Kity Manver), junto a ellas la protagonista empezará a florecer, a alimentarse con nuevas ilusiones, nuevos sueños, nuevas inquietudes, gracias a su apoyo tanto a nivel laboral (gracias a Rosa es contratada en una iglesia para la venta de entradas, donde conoce a Lola, quien le hará nacer el interés por las obras de arte y por formarse como guía de exposiciones con vistas a un futuro laboral, del que pronto le lloverá una oferta en Madrid), y como no a nivel afectivo, las comidas junto a ellas le ayudan en muchos casos a evadirse y a no pensar en su problema; tampoco hay que olvidar la ayuda directa cuando Pilar se la pide: al final de la película, cuando ésta decide definitivamente dejar a Antonio, son quienes la acompañan a recoger sus cosas y, durante su estancia en el piso, no la dejan sola en ningún momento, vigilando, sobre todo Lola, cada uno de los movimientos de Antonio.

5.1.7. ¿Es posible recuperar a los maltratadores?

Ya hemos dicho en líneas anteriores que una de las virtudes de esta película es que trata el tema de la violencia de género también desde la óptica del maltratador; introduciendo en esta línea un tema controvertido y complejo: la capacidad de recuperación de los hombres maltratadores mediante terapias específicas. Este tema se aborda, sobre todo, en las escenas de las sesiones de terapia, en las que vemos como un grupo de hombres maltratadores, socializados mediante el modelo hegemónico de masculinidad que justifica la superioridad de los hombres y su dominación sobre la mujer, como un ser inferior, disculpan, minimizan y justifican sus actos, normalizando así las relaciones de poder y de maltrato hacia sus mujeres, quienes -por supuesto- son las que los provocan y las culpables de que ellos sean agresivos con ellas, mediante explicaciones y discursos sumamente machistas, lo que hace difícil cambiar sus actitudes tan arraigadas y, al mismo tiempo, legitimadas socialmente dentro del heteropatriarcado de acuerdo con el modelo hegemónico de masculinidad.

Esto no obstante, Icíar Bollaín hace intervenir a un personaje que da quizá un atisbo de esperanza en cuanto a la recuperación de los maltratadores se refiere: es Julián, quien al aparecer ha aprendido a controlar su ira, y que intenta desnormalizar las razones por las que los otros hombres maltratan a sus mujeres, asimismo intenta hacerles comprender que las mujeres no son las que provocan, sino que la provocación puede venir de ellos, de sus pensamientos, de su modo de entender las cosas.

5.1.8. El ciclo de la violencia.


A lo largo de la película se representa, con bastante claridad, las distintas fases que conforman el ciclo de la violencia: la de tensión, la de agresión y la de reconciliación o luna de miel. Y estas fases comprenden, según la Teoría del Ciclo de la Violencia de Lenor Walker (1984), las siguientes conductas:

1. La primera fase la denomina como "acumulación de tensión". La hostilidad del hombre va en aumento sin motivo comprensible y aparente para la mujer; intensificándose la violencia verbal y pudiendo aparecer los primeros indicios de violencia física. Se presentan como episodios aislados y que desaparecerán, pues ella cree que puede controlarlos. Para ello hace cuanto él le pide; aunque, según algunas investigaciones, las agresiones se producen con independencia de lo que la mujer haga o diga (p. ej., Lasheras y Pires, 2003). Como resultado, la tensión aumenta y se acumula. Esta fase se muestra en la película en numerosas escenas, todas ellas una vez que Pilar ha vuelto a casa junto a Antonio y su hijo, como pueden ser: la escena del coche cuando regresan del campo de ayudar al hermano de Antonio a construir su casa y él le pregunta que qué está pensando, y ante el silencio de Pilar empieza a ponerse agresivo, a gritarle y a pegar golpes al coche, durante esta escena también está Juan, su hijo, contemplándolo todo, y su expresión, al igual que la de Pilar es de pavor. Otras escenas son cuando Antonio empieza a controlar cada uno de los movimientos de Pilar, presentándose en el museo donde está realizando los cursos de formación para ser guía; cuando la llama constantemente al móvil y ella no contesta, abriéndosele todo un mundo de pensamientos negativos sobre el comportamiento de su mujer, lo cual aumenta su hostilidad.

2. Explosión o agresión. Estalla la violencia y se producen las agresiones físicas, psicológicas y sexuales. Esta fase suele ser corta y aquí se da la mayor probabilidad de sufrir lesiones graves o de alto riesgo para su vida. Suele ser en esta fase cuando la mujer denuncia o pide ayuda. Esta fase encuentra su representación en la escena que se desarrolla en el piso, cuando Pilar está a punto de irse para Madrid a hacer una prueba para un puesto de trabajo; en esta escena, Antonio le quita la ropa violentamente y luego la obliga a salir al balcón, desnuda, donde la deja encerrada apenas unos segundos... la cara de Pilar muestra pánico, terror... cuando la deja entrar es tanto el miedo que ha acumulado que se orina encima. La violencia ejercida en esta escena es fundamentalmente psicológica, pues las formas de violencia física se reducen, sin restarle importancia, a unos empujones o a retenerla con fuerza. Tras este episodio, Pilar decide denunciarlo y acude a comisaría a tal fin: allí se derrumba, es la imagen de la desesperanza, del desmoronamiento emocional y psíquico; ello lo describe con estas palabras: "él lo ha roto todo, todo".

3. Calma o reconciliación o luna de miel. En esta etapa el agresor manifiesta que se arrepiente y pide perdón; utilizando diversas estrategias de manipulación afectiva (como regalos, caricias, disculpas, promesas...) para que no se rompa la relación; pudiendo, asimismo, trasladar la culpa del conflicto a la mujer, negando su responsabilidad. En esta fase, la mujer piensa a menudo que todo cambiará y, con frecuencia, retira la denuncia, si la ha interpuesto; rechazando incluso la ayuda ofrecida por la familia o por las instituciones sociales; asimismo, suele buscar justificaciones para el comportamiento agresivo de su pareja, como que ésta tiene problemas y que debe ayudarle a resolverlos. En la medida en que los comportamientos violentos se van afianzando y ganando terreno, la fase de reconciliación tiende a desaparecer y los episodios violentos se aproximan en el tiempo. Esta fase se reproduce en las primeras escenas de la película, tras marcharse Pilar, se supone que después de una muestra de agresión violenta, a casa de su hermana Ana. Después de ese momento, Antonio irá a buscarla, con un carro de promesas y disculpas, de piropos y de frases románticas; más tarde comienza a enviarle regalos casi a diario, le dice que está yendo a terapia pero que necesita su ayuda para salir de esta situación... Esta fase se extiende hasta que vuelve Pilar a casa... Allí empieza de nuevo el infierno para Pilar, comenzando la fase de tensión.

El ciclo suele comenzar de una forma insidiosa y sutil (maltrato psicológico mediante estrategias de control), afectando a la autoestima de la mujer maltratada. Después se suceden agresiones verbales que, unidas al maltrato psicológico, aumentan la intensidad del desprecio. Y, por último, se produce la agresión física, aumentando tanto la intensidad como la frecuencia del maltrato, en una escalada de violencia (Jáuregui, 2006).

Sin embargo, en esta película se da la circunstancia que en la fase en que estalla la agresión o violencia, ésta no constituye un acto de agresión física, ella misma lo dice en comisaría: refiriéndose a que no tiene nada por fuera, que la agresión de su marido no le ha dejado ninguna marca, y que toda esa violencia se le ha infligido por dentro, en su interior, o sea se está refiriendo a la violencia psicológica, a esa forma silenciosa y sutil que va destruyendo poco a poco la subjetividad de la mujer maltratada, Pilar, y en las últimas escenas, cuando está hablando con su hermana Ana, aquélla le dice a ésta que hace mucho tiempo que no se ve, que primero tiene que encontrarse.

5.2. Conclusiones.

La película de Icíar Bollaín, Te doy mis ojos, juega un papel visibilizador de la violencia machista o contra las mujeres, pues aborda el tema constituyéndose en la trama principal del film; al mismo tiempo, puede considerarse como un instrumento que permite ver y comprender las fases de la violencia, por qué un hombre acaba teniendo ese comportamiento hacia la mujer que dice que quiere. Al tiempo que da unas claves para buscar una solución que permita acabar con este problema social: uno de ellos puede ser la denuncia, aunque a nuestra protagonista no parece que le haya ido muy bien, cuando va a comisaría a denunciar a su marido, en esta escena da la sensanción de sentirse agredida nuevamente, pero esta vez por las instituciones, lo que se denomina una victimización secundaria, que se describe como las consecuencias negativas que sufre la mujer víctima de la violencia machista tras su paso por las instituciones sociales, judiciales, policiales, etc. Otro de ellos sería a través de la ayuda a las víctimas de la violencia, destacando lo importante que es saber escuchar y estar a su lado durante todo el proceso, sin simplificar el problema y abordándolo en toda su complejidad, y procurando no juzgar a las víctimas. 

NOTAS

[1] LÓPEZ DÍEZ, Pilar, “La representación de la violencia masculina contra las mujeres en los medios de comunicación”, en Realidad y representación de la violencia, BARRIOS, Olga (Ed.), Ediciones Universidad Salamanca: Salamanca, 2002, pp. 139-157.

[2]  MORDUCHOWICZ, Roxana et al. “El Cine de Animación”, 2004. En línea: http://www.me.gov.ar/escuelaymedios/material/material_cinedeanimacion.pdf.

[3] AGUILAR, Pilar. Mujer, Amor y Sexo en el Cine Español de los 90, Madrid: Editorial Fundamentos, 1998, p. 47.

[4]  DE LAURETIS, Teresa.  Alicia ya no. Feminismo, semiótica, cine, Madrid, Cátedra, 1992.

[5] JONHSTON, Claire: Woman’s cinema as counter cinema (1973) citado por F. Casetti (1994): Teorías del cine, Madrid, Cátedra, 1994.

[6] El Proyecto de Investigación DETECTA 2011 sobre “Sexismo y Violencia de Género en la juventud andaluza e impacto de su exposición en menores” promovido por el Instituto Andaluz de la Mujer, de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, nace en el marco del I Plan Estratégico para la Igualdad de Mujeres y Hombres en Andalucía 2010-2013. El Estudio de Investigación ha sido realizado por Fundación Mujeres, con la cooperación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. En línea: http://www.uca.es/recursos/doc/unidad_igualdad/47737780_1122011112236.pdf.



BIBLIOGRAFÍA.

AGUILAR, Pilar. Mujer, Amor y Sexo en el Cine Español de los 90, Madrid: Editorial Fundamentos, 1998.
ARRANZ, Fátima (dir.); AGUILAR, Pilar et al., Cine y género en España: una investigación empírica, Cátedra: Madrid, Universitat de València: Instituto de la Mujer, 2010.
BERNÁRDEZ RODAL, Asunción; GARCÍA RUBIO, Irene, y GONZÁLEZ GUERRERO, Soraya, Violencia de género en el cine español: análisis de los años 1998 a 2002 y guía didáctica, Editorial Complutense: Instituto de Investigaciones Feministas UCM: Madrid, 2008.
BERNÁRDEZ RODAL, Asunción, “Representación cinematográfica de la violencia de género: femenino y masculino en el cine comercial español”, en Circunstancia. Año V - Número 12 - Enero 2007.
LÓPEZ DÍEZ, Pilar. “La representación de violencia masculina contra las mujeres en los medios de comunicación”, en Realidad y representación de la violencia, en BARRIOS, Olga (Ed.), Ediciones Universidad Salamanca: Salamanca, 2002, pp. 139-157.
MORDUCHOWICZ, Roxana et al. “El Cine de Animación”, 2004. En línea: http://www.me.gov.ar/escuelaymedios/material/material_cinedeanimacion.pdf.
PINEDA CASTILLO, Francisco. “Análisis de factores para/lingüísticos sexistas en el cine y sus repercusiones en el doblaje cinematográfico”, en El sexismo en el lenguaje, Tomo II, FERNÁNDEZ DE LA TORRE MADUEÑO, Mª Dolores (y otros Eds), Edita: Servicio de Publicaciones, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga (CEDMA), 1999, pp. 505-516.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comente libremente, pero con respeto y educación. Todos los comentarios son revisados antes de su publicación, por lo que no aparecen inmediatamente. Su dirección de correo no será publicada.